Oh Dios, concede al Rey tu amor por la justicia
No voy a dedicar este post al rey.
Esta es una web sobre música y es lo que vamos a hacer: escucharla.
El maestro que se encargará de ello hoy ya ha aparecido por aquí en otras ocasiones y te confesaré que es uno de mis favoritos desde siempre.
Así que vamos a disfrutar una vez más de sus impresionantes pentagramas.
Ese maestro es Marc-Antoine Charpentier (1643 – 1704), compositor francés nacido en o cerca de París.
Parece ser que estudió con Carissimi en Roma.
Fue nombrado «maître de musique» de María de Lorena y durante esta época compuso una gran cantidad de música.
En 1672 empezó a colaborar con Molière cuando este rompió sus relaciones con Lully.
En 1683 el rey Luis XIV reconoció el mérito de Charpentier y le concedió una pensión.
Luego trabajó para los jesuitas en la iglesia de San Luis.
En 1698 consiguió un puesto en la Sainte Chapelle de París, que le ganó a Sébastien de Brossard.
De nuevo esa posición le llevó a componer mucha música, que requería el cargo.
Murió dejando muchas composiciones sin publicar, muchas de ellas en manuscritos.
Es uno de los nombres principales del barroco francés, que supo aunar las influencias italianas y francesas.
De este gran compositor te propongo escuchar Deus judicium tuum regi da, H. 166.
Se trata de un motete a tres voces, instrumentos y continuos.
Podemos decir que estamos en presencia de una obra típicamente de Charpentier, con todo su estilo.
Las voces se mezclan con los instrumentos en ese famoso empaste que consigue el maestro, jugando con el diálogo entre ellos.
Destaca el uso de las flautas y los violines.
Comienza la obra con un ostinato descendente que recuerda a otras obras.
Aunque la obra usa el texto del salmo 72, evidentemente está compuesta para agasajar al delfín, patrón del músico.
La interpretación es del Ensemble Pierre Robert dirigido por Frédéric Desenclos.
Escrito por Pepe Gallardo (AeternaChristiMunera)
hermosa composición
Nada más apropiado hoy, día de elecciones, que esta música divina, escrita para agradar al Delfín. Pues sí!