Mayeando para recibir a la primavera
Existe un vocablo ciertamente curioso en la lengua inglesa que es a-maying y que se utiliza como una acción, to go a-maying, que se podría traducir literalmente como ir a mayear o ir de mayeo.
El término hace referencia a la celebración de la llegada de mayo y de la primavera, una vieja costumbre muy arraigada en el pueblo británico, y también entre la nobleza y la monarquía.
Se trata de un tema constante en la música isabelina, como por ejemplo en el siguiente madrigal de Thomas Weelkes:
“Why are you Ladies staying,
And your Lords gone a-maying?
Run apace and meet them
And with your garlands greet them.
’Twere pity they should miss you,
For they will sweetly kiss you.”
Algunos estudiosos asocian esta tradición medieval de Inglaterra con las Tesmoforias griegas del culto a Demeter y Perséfone, si bien estas tenían lugar en octubre, y con la Floralia romana que se celebraba el 28 de octubre y que al igual que el May Day (el primer día de mayo) incluía la recogida de flores como parte de los festejos.
Nos cuentan los cronistas de la época que en la primavera de 1516 el monarca Enrique VIII, acompañado de su esposa Catalina de Aragón y de un séquito de nobles y cortesanos, acudió a la colina denominada Shooter´s Hill para celebrar la llegada de mayo.
Doscientos oficiales de sus arqueros se disfrazaron de salteadores para la ocasión y realizaron una demostración de tiro con ese arma.
El jefe del contingente iba vestido de Robin Hood, el legendario bandido, que tradicionalmente es asociado con el May Day, hasta el punto de que hay un viejo refrán inglés que reza: «The first of May is Robin Hood’s Day». Probablemente la asociación se produce a través de la naturaleza, al identificar a Robin y su banda con la vida libre en los bosques.
La celebración del comienzo de mayo durante el Renacimiento incluía danzas y juegos.
Era costumbre que a primera hora de la mañana toda la población se echaba al campo para recoger flores en general y flores de espino en particular con las que decoraban todas las casas los vecinos.
Uno de los momentos más esperados de la jornada era la elección de la Reina de Mayo (May-Queen) entre las jóvenes más bellas de cada localidad.
El símbolo indiscutible del festival era el maypole que se erigía en cada pueblo y villa inglesa.
Se trataba de un poste alto adornado con flores del que colgaban cintas que eran utilizadas en danzas que se ejecutaban a su alrededor.
Podemos imaginar a la gente vestida con sus mejores galas alrededor del maypole y a los bailarines danzando al son de las gaitas.
Thomas Morley retrató para nosotros la escena en uno de sus alegres madrigales de 1595:
“About the maypole new, with glee and merriment,
While as the bagpipe tooted it,
Thyrsis and Chloris fine together footed it:
And to the joyous instrument
Still they went to and fro, and finely flaunted it,
And then both met again and thus they chaunted it.
Fa la!”
Los juegos de Robin Hood se llevaban a cabo para solaz y esparcimiento de la población.
Era obligatorio por ley disfrazarse, para aquellos designados para ello, de los personajes que pueblan la leyenda, -Robin Hood, Marian, Little John, Fray Tuck-, y representar escenas de la misma.
En uno de sus Ayeres or Phantasticke Spirites, Weelkes nos habla de ello (también hace alusión a la hazaña de William Kemp que fue bailando de Londres a Norwich en el año 1600):
“Since Robin Hood, Maid Marian
And Little John are gone-a,
The hobby-horse was quite forgot
When Kempe did dance alone-a”
El retorno a la naturaleza, el mundo pastoril, el amor y las referencias a la mitología siempre estaban en relación con las celebraciones de mayo y con la poesía sobre ellas.
Uno de los madrigalistas menos conocidos de la época, Michael Este, escribía en 1604 sobre una joven Philida a la que cortejaba sin éxito el pastor Corydon:
“In the merry month of May,
On a morn by break of day,
Forth I walk’d by the wood-side,
Whereas May was in her pride:
There I spyèd all alone
Phillida and Corydon.
Much ado there was, God wot!
He would love and she would not.”
En una línea parecida va esta pieza de Henry Youll de Canzonets to three Voices (1608):
“Each day of thine, sweet month of May,
Love makes a solemn holyday:
I will perform like duty,
Since thou resemblest every way
Astræa, Queen of Beauty”
Así celebraban los británicos isabelinos mayo, el mes en el que todo florece, incluido el amor.
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