Brillo y grandeza de los Concerti Grossi de Arcangelo Corelli
Concerti Grossi Op. 6. Arcangelo Corelli
Accademia Bizantina
HDB Sonus
La obra de Arcangelo Corelli marca un antes y un después en el sonido del Barroco.
En palabras del musicólogo Manfred Bukofzer, “sus obras inauguran felizmente el periodo tardío de la música barroca”.
Junto con Giuseppe Torelli, da el paso decisivo para el desarrollo del concierto propiamente dicho.
Dada su relevancia, está más que justificado que el conjunto italiano Accademia Bizantina haya dedicado una de sus monumentales producciones a la grabación de sus Concerti Grossi Op. 6.
La formación que dirige el teclista Ottavio Dantone está especializada en la música de los siglos XVII y XVIII, y, bajo el lema The Exciting Sound of Baroque Music (El excitante sonido de la música barroca) persigue la recreación del poder expresivo de los sones de ese periodo, intentando plasmar en su interpretación las intenciones y los efectos que pretendió conseguir el compositor.
Se trata igualmente de una iniciativa divulgativa destinada a sacar la música de los auditorios y teatros para ofrecérsela a un público más amplio y diverso, reduciendo la distancia entre la música antigua y el oyente contemporáneo.
El resultado toma la forma de lujosas ediciones de las grabaciones, que contienen un libro repleto de información de gran interés.
A principios de este año, el grupo lanzó con su sello HDB Sonus una versión de los Concerti Grossi Op. 3 & Op. 6 de Georg Friedrich Händel, y previamente había producido sus óperas Rinaldo y Sense.
Y, ahora, presenta un volumen dedicado a Corelli, cuyos Concerto Grossi constituyen el primer ejemplo conocido del formato conocido como concerto grosso.
Lo que conocemos como concerto grosso es una versión primitiva de concierto barroco en la que un grupo de instrumentos solistas, el denominado concertino, se enfrenta al resto de la orquesta, denominada en este contexto ripieno o tutti.
Los orígenes pueden identificarse en el uso del contraste tutti-solo en las canzonas de Giovanni Gabrieli y la Escuela Veneciana, pero se considera a Alessandro Stradella el primer compositor de piezas para concertino y ripieno, en la década de 1670, si bien él no utilizó el nombre de concerto grosso para denominar esta modalidad musical.
Desde el punto de vista instrumental, el ripieno estaba integrado por cuatro violas (más adelante serán dos violines, viola y violoncello), sostenidas por el bajo continuo o viola da gamba.
En cambio, el concertino generalmente implicaba dos violines y un bajo, ya fuese una viola da gamba, un violonchelo, un laúd o un clavicordio.
Los primeros concerto grossi como tales son atribuidos a Arcangelo Corelli, que fue conocido como “il Bolognese” por su relación con la Escuela de Bolonia -aunque nació en Fusignano, ciudad situada entre Bolonia y Rávena-, y que dejó escritos doce de ellos que son los que integran su op. 6 contenida en esta grabación.
Las piezas en cuestión fueron publicadas a título póstumo en Ámsterdam en 1714.
La difusión de esta obra fue espectacular, y a lo largo del siglo XVIII superaron las fronteras europeas y circularon por las Américas, Siria, la India y China, y, a principios del siglo XIX, hay testimonios de que se interpretaron en Australia.
Corelli ejerció la mayor parte de su carrera profesional en Roma, donde alcanzó una grandísima fama como virtuoso del violín. Tuvo mecenas relevantes, como la reina Cristina de Suecia, a quien dedicó su op.1 en 1681, integrada por doce sonatas a trío.
También el cardenal Benedetto Pamphili, Francisco II, duque de Módena, y el cardenal Ottoboni recibieron su mención en las tríosonatas que componen las op. 2 a 4, respectivamente, mientras que la número 5, sonatas para violín y bajo continuo, estaba dirigida a Sofía Carlota de Hannover.
El éxito y la fama del compositor en su época lo avala la cifra de 39 reimpresiones de sus obras entre 1681 y 1790.
La evolución del concerto grosso hacia el concierto clásico para solista y orquesta, como los que perfecciona Mozart, es muy rápida, de forma que el concertino, compuesto por varios instrumentos, va mutando hasta quedarse en un único solista, mientras que el ripieno, más que seguidor o acompañante, se convierte en coprotagonista.
Como indica el director de la grabación Ottavio Dantone, escuchar la op.6 de Corelli es como “tomar un camino a través de una era fascinante que marcó la transición entre dos siglos y que modeló profundamente la historia de la música”.
Escritos al final de su vida, los concerti grossi de Arcangelo Corelli son considerados la cumbre de su obra.
El musicólogo sir John Hawkins, en su libro A General History of the Science and Practice of Music (1776), describió su grandeza de esta manera inequívoca:
“Aunque compuestos en una etapa cuando las facultades del autor podrían suponerse en declive, (la Op.6) aporta la prueba más firme de lo contrario; nada puede exceder en dignidad y majestuosidad la apertura del primer concerto, ni, por su dolida dulzura, la totalidad del tercero. Y no tendría oídos, ni sentimiento del poder de la armonía o los efectos de la modulación, aquel que pueda escuchar el octavo sin alcanzar el éxtasis”.
Es cierto que Corelli no había inventado el formato de concerto grosso, pero es innegable que mejoró su potencial. Además, escribió las primeras obras maestras del género y con ello contribuyó a su difusión y popularización.
Probablemente, sin los modelos creados por él y el éxito que conocieron, no hubiera sido posible para Händel, Vivaldi y Bach realizar sus aportaciones en este campo.
Como escribió el viajero y musicólogo Charles Burney en 1789: “los concertos de Corelli parecen haber soportado todos los ataques del tiempo y las modas con más firmeza que otras de sus obras”, y, concluye que su calidad y grandeza “nos hace olvidar que existe otra música del mismo tipo”.
Y ahora la Accademia Bizantina nos ha traído una grabación de lujo de esta obra maestra, demostrando, una vez más, lo excitante que puede resultar la música barroca.
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