Èlia Casanova y la música barroca para los sentidos
El Barroco supone el triunfo de la poesía sobre la melodía.
La palabra, el texto en suma, se erige como eje sobre el que se construye la música.
En aquella Italia de principios del Seicento, una serie de creadores y musicólogos se rebelaron contra la tradición heredada del Renacimiento, que implicaba la subordinación de las letras a las exigencias de las formas musicales.
Las sucesivas capas de voz que envolvían una pieza polifónica impedían escuchar con claridad qué se estaba cantando.
El siglo XVII estableció el cambio y centró la atención en los versos que articulan la estructura de los madrigales, las cantatas o las arias.
Pero las composiciones de la denominada seconda pratica, pueden ofrecer nuevas lecturas y proyectarse hacia espacios inéditos de las sensaciones y de los sentimientos.
Y esta aproximación libre y abierta es la que ofrece la soprano Èlia Casanova en su primer disco en solitario, L’universo sulla pelle, que plantea, no solo escuchar esta música maravillosa y los magníficos textos que envuelve, sino también establecer conexiones entre ella y otros planos de la percepción, como el cromatismo y el contacto con la piel.
En efecto, el proyecto de Casanova ha buscado asociar diez piezas vocales del primer Barroco italiano con un color, el azul, que en el vídeo promocional de la obra impregna una espalda en la forma de un tinte, sugiriendo un mundo de sensaciones sensoriales más allá de las asociadas estrictamente al oído.
Porque, como afirma la intérprete en las notas interiores del disco, su intención al lanzar este trabajo ha sido establecer un diálogo entre la música y las artes plásticas.
Ha pretendido investigar nuevos lenguajes estéticos que ofrezcan una perspectiva innovadora de la música antigua, acercándola a los cánones estéticos de nuestra época.
Para ello, Èlia Casanova ha querido resumir toda la grandeza de este periodo de la historia de la música huyendo de lugares comunes y acudiendo a una serie de compositores menos conocidos, pero cuyas piezas brillan con luz propia.
De esta forma, junto a nombres de reconocida fama, como los de Barbara Strozzi, Stefano Landi o Girolamo Frescobaldi, nos encontramos con los de otros compositores que no por menos renombrados tienen una obra de menor calidad.
Acompaña a la soprano en esta iniciativa la formación de música antigua La Tendresa, que fundó ella misma, y que debutó en 2015 en el Teatro Real Coliseo de Carlos III de San Lorenzo de El Escorial, con un programa sobre erotismo en el Barroco.
Integran el conjunto Laura Salinas, viola da gamba, Fernando Serrano, tiorba, Ramiro Morales, archilaúd, Jesús Sánchez, guitarra barroca y Daniel Bernaza, interpretando al cornetto y a la flauta.
La mezzosoprano Adriana Mayer aporta su voz para formar dúo con Casanova.
En la selección de piezas que están incluidas en el disco, destaca un nombre: el de la veneciana Barbara Strozzi.
Es la única que está representada a través de dos composiciones, L`amante secreto y L`amante consolato.
Strozzi llevó a cabo una importante actividad de composición que dio como fruto hasta ocho libros de música, un número que la sitúa entre los compositores más prolíficos de su momento.
Su obra rebasó las fronteras de Italia, llegando a ser conocida en el resto de Europa y entrando en algunas de las principales antologías musicales de la época.
Otro de los nombres más conocidos de esta obra es el de Girolamo Frescobaldi, nacido en Ferrara, que llegó a ser organista de la basílica de San Pedro en Roma.
Escribió música religiosa y también madrigales.
Por su parte, el compositor romano Stefano Landi también combinó su faceta de músico religioso con la de músico cortesano, creando canciones y arias para voz y bajo continuo, además de madrigales.
Sobre estos últimos, destaca lo conservador de su estilo, pues su primer libro de madrigales a cinco voces en poco se diferencia de los publicados en el siglo XVI, excepto claro está, por el continuo.
Èlia Casanova también ha incluido a Benedetto Ferrari, que, además de compositor, fue empresario artístico y el responsable de estrenar, junto a Francesco Manelli, la primera ópera comercial veneciana representada en un lugar público, el teatro San Casiano, en 1637.
Su pieza Torni al lido il nocchiero abre el disco.
Johann Hieronymus Kapsberger, más conocido como Giovanni Girolamo Kapsberger, fue un virtuoso de los instrumentos de cuerda hijo de un coronel alemán destinado en Venecia. Su maestría con laúdes y tiorbas le valió el sobrenombre de Il tedesco della tiorba.
Compuso música sacra y profana, y también escribió un tratado de teoría musical que no ha llegado hasta nosotros.
Entre las figuras menos conocidas incluidas en L’universo sulla pelle, surge Giovanni Battista da Gagliano, maestro de capilla en la corte de los Medici de Florencia y hermano de Marco da Gagliano, de mayor renombre.
También está presente el compositor y cantante romano Giovanni Felice Sances, cuya fama le llevó a Viena para ejercer de Kapellmeister imperial. Aparte de música religiosa, publicó cantatas y canciones, además de seis óperas, tres de las cuales se han perdido.
El último músico elegido por Casanova es el organista y constructor de órganos Giovanni Paolo Colonna, que sirvió en las cortes de Ferrara, Parma, Módena y Florencia. Fue miembro fundador de la Accademia Filarmonica di Bologna.
L’universo sulla pelle es una experiencia sensorial de gran belleza, que acerca al oyente a los sones de aquel primer Barroco italiano, a toda la luz y las texturas que sugiere la riqueza de sus melodías.
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