Josetxu Obregón y los orígenes de la música para violonchelo
CelloEvolution from Bologna to Cöthen
Josetxu Obregón
El nuevo disco de Josetxu Obregón nos lleva directamente a los orígenes de la música para violonchelo, o, lo que es lo mismo, al momento en el que este instrumento adquiere su propia personalidad y comienza a ser el protagonista en solitario de su historia. Se trata de un relato que se origina en Bolonia en la segunda mitad del siglo XVII, y que Obregón lleva hasta la estancia de Johann Sebastian Bach en Cöthen, que tiene lugar entre 1717 y 1723, en la que compone sus Suites para violonchelo. No es otra cosa que el camino que sigue la música en solitario para chelo desde su adolescencia hasta su primera madurez.
El violonchelista Josetxu Obregón tiene más de una veintena de grabaciones a sus espaldas, y es el fundador y director de La Ritirata, una formación dedicada a la interpretación histórica de repertorios del Barroco, Clasicismo y el primer Romanticismo, desde la aparición del violonchelo hasta que este deja atrás su componente histórico en la primera mitad del siglo XIX, y se convierte en un instrumento cotidiano en la interpretación.
Las primeras piezas para violonchelo en solitario aparecen en la segunda mitad del siglo XVII en Italia, en concreto, en las ciudades de Bolonia y Módena; la primera, porque contaba con la rica tradición de música instrumental de la Accademia Filarmonica, y la segunda, por constituir una de las cortes más activas musicalmente hablando, gracias a la melomanía de los gobernantes de la Casa de Este. El origen geográfico del despegue de este cordófono lo atribuye Gregory Hamilton (The origins of solo cello literature and performance, 1984) a dos factores, principalmente: la aparición en el norte de Italia de la primera generación de verdaderos chelistas, y, también, a la innovación que supuso combinar alambre metálico con las cuerdas de tripa, lo que dio lugar a cuerdas más cortas y delgadas que permitieron un sonido más fuerte.
Una de las primeras publicaciones de música para este instrumento son las ricercari de Giovanni Battista Degli Antoni, publicadas en 1687, y, dos años más tarde, aparecen unos manuscritos que, firmados por Domenico Gabrielli, contienen siete ricercari, un canon para dos chelos y dos sonatas. La grabación de Obregón incluye dos de estos ricercari de Gabrielli, que fueron publicados después de la muerte del compositor, lo que podría indicar que habían sido concebidos para un uso particular y no para ser difundidos.
El disco incluye igualmente piezas para violonchelo de otros nombres de la primera generación de compositores de este instrumento, como Domenico Galli, Evaristo Felice Dall’ Abaco o Giovanni Battista Vitali, ofreciendo de esta manera un fresco de su prehistoria en Italia. De hecho, Vitali fue uno de los fundadores de la Accademia Filarmonica, institución boloñesa identificada con los orígenes del despegue del chelo.
El viaje que nos propone Josetxu Obregón nos lleva a través de la obra de otros violonchelistas como Francesco Paolo Supriano o Giulio de Ruvo, directamente hasta Bach, en concreto hasta Cöthen, donde alumbró sus Suites para violonchelo. Allí, ejerciendo como maestro de capilla del príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen, se dedicó sobre todo a la música secular, dado que la corte estaba adscrita a la Iglesia Reformada, y sus funciones no incluían la composición de música religiosa, ni tan siquiera ejercer como organista. En este periodo de su vida escribe una parte importante de sus composiciones para tecla y también para cuerda, como son sus suites para violonchelo, que en este disco aparecen representadas por algunas de las danzas que incluyen, mezcladas entre las pistas de música italiana, para poder apreciar la evolución.
Se trata de una grabación que nos ilustra sobre los orígenes de un instrumento que, surgido en el Barroco, ha sobrevivido con buena salud hasta nuestra época, tanto en el ecosistema de la orquesta sinfónica, como en géneros más informales y alejados de la denominada música clásica.
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