Sampedro, el arte de un pionero, por Pablo J. Vayón
El Arte Mvsico, conjunto que lidera Ángel Sampedro, nombre fundamental del violín barroco español, dedica en el sello Verso un CD a las ‘Sonatas’ de Philipp Heinrich Erlebach.
Cuando el violinista madrileño Ángel Sampedro se interesó por la interpretación barroca, las maneras historicistas apenas empezaban a conocerse en España.
«En los 80 éramos cuatro gatos», afirma, «pero había mucha ilusión. Cogíamos el violín y los dineros ahorrados y nos íbamos a estudiar fuera durante años. Sin becas, sin nada. Luego allí te lo montabas, hacías conciertos, te metías en orquestas, conseguías ya alguna ayuda…».
Su destino fue La Haya, donde pasó tres años de formación junto a uno de los grandes del violín barroco, Sigiswald Kuijken. «Cuando volví, casi nada había cambiado, estaba todo por hacer, aunque yo tuve la suerte de que me llamaron para el proyecto de la Universidad de Salamanca».
En 1990 se pone en efecto en marcha la Academia de Música Antigua de la Universidad de Salamanca a la que Sampedro se vincula durante catorce años.
«Era la primera vez que en España se hacía algo tan importante en el campo de la música antigua.
Por allí pasaron prácticamente todos los músicos interesados en el Barroco que hoy tienen entre treinta y cuarenta y tantos años.
La experiencia fue muy bonita y enriquecedora.
Fue la primera vez que me plantearon crear una orquesta, y para mí supuso también una auténtica escuela.
Aprendí mucho buscando y preparando música antigua orquestal de calidad: ahora tengo armarios llenos de música, pero entonces no había nada.
Arrancábamos de cero y yo nunca me había planteado hacer nada tan grande.
Por allí pasó gente maravillosa, que ahora anda por ahí tocando en los mejores centros y conjuntos del mundo y eso es una satisfacción extraordinaria».
La vocación pedagógica Ángel Sampedro no la ha perdido nunca.
«Hablar de una escuela de violín vinculada a mi nombre me parece excesivo.
Habría necesitado quizá otros medios, pero sí que me gustaba rodearme de chicos jóvenes, ayudarlos y aconsejarlos en lo que podía.
Prácticamente todos acabaron formándose en los mejores conservatorios y academias de Europa».
Pasado el tiempo, considera que la situación para su instrumento sigue sin ser demasiado favorable.
«En los conservatorios apenas hay profesores especializados en violín barroco.
Fíjese el ejemplo de Sevilla: se crea un departamento de música antigua con flauta de pico, viola da gamba e instrumentos de cuerda pulsada, lo que está muy bien, porque fueron pioneros y han creado escuelas buenísimas en torno a ellos, pero sin violines no se pueden hacer orquestas.
El violín es el instrumento para el que existe más repertorio en los siglos XVII y XVIII y aún hoy sigue estando algo abandonado, y es una pena porque en los 80 no había violinistas barrocos, pero ya sí los hay, y muy buenos».
Reconoce en cualquier caso que centros de formación superior como Musikene en el País Vasco o la Esmuc barcelonesa han venido a paliar algo esas carencias.
Nada más dejar el proyecto de Salamanca, en 2003 Ángel Sampedro fundó El Arte Mvsico, un conjunto que no arrancó de forma definitiva hasta 2009 y que parte de una formación de trío, junto a él, la también violinista Teresa Casanova y el clavecinista Diego Fernández.
«El trío es la base de la música instrumental barroca, como el cuarteto lo será en el Clasicismo.
En este sentido tiene la misma significación un cuarteto de Haydn que una triosonata pongamos de Haendel.
Y nosotros queríamos dedicarnos al Barroco. Si hubiéramos adoptado otra formación igual nos habríamos visto obligados a tocar otros repertorios.
La música para trío es la base de todo lo posterior.
El continuo puedes luego configurarlo como te apetezca, pero la base es el trío. Por eso apostamos por este formato: podemos hacer música francesa, italiana, alemana…
Y sobre esa base podemos invitar a otros músicos, incluso puede crearse una orquesta.
En este último disco participa por ejemplo la violonchelista Isabel Gómez-Serranillos, una chica sevillana que estudia ahora en Bélgica y que me gusta mucho como toca. Nuestra línea es muy clara y funciona bien».
Tras un disco dedicado a Sonatas en trío de Caldara, el conjunto presenta ahora en el sello Verso un trabajo dedicado a las 6 Sonatas de Philipp Heinrich Erlebach (1657-1714), que «es uno de los compositores más significativos de la época.
No se le conoce mucho porque tuvo la desgracia de que su producción desapareciera casi completa en un incendio que en 1735 destruyó la biblioteca del castillo Heidecksburg.
De las casi mil obras suyas que se conservaban allí sobrevivieron solo unas 70 piezas, entre ellas estas Seis sonatas que lo muestran como un auténtico pionero en el desarrollo de la sonata en trío, incluso por delante de Corelli».
La Alemania barroca como crisol de estilos se aprecia en estas obras que arrancan con una sonata a la italiana a modo de preludio antes de sumergirse en el terreno de las danzas de la suite francesa clásica (alemanda, correnta, zarabanda y giga, salvo la número 3 que sustituye la giga por una chacona).
«La fusión de estilos se aprecia también en otros detalles: por ejemplo, la colección se publicó en dos versiones diferentes, para violín y viola da gamba o para dos violines, con bajo continuo en ambos casos, por supuesto.
Es evidente que el compositor buscó una sonoridad más francesa, con la viola, y otra italiana, con los dos violines.
Pero además el ambiente alemán lo impregna todo: el uso del violín y la viola como instrumentos superiores es algo que aparece por ejemplo en sonatas de Buxtehude, pero además tres de las sonatas exigen scordatura (afinación no convencional de las cuerdas del violín), que era un recurso que en aquella época estaban usando todos los grandes maestros del sur de Alemania, como Schmelzer o Biber».
La grabación tiene la condición de exclusiva mundial: «En efecto, existen grabaciones de la versión con viola, que se ha hecho más popular, pero no había hasta ahora ninguna con los dos violines, que a mí, quizá porque soy violinista, me gusta más.
Me parece como más dialogante».
Que el trío de El Arte Mvsico podía servir como plataforma para crear una orquesta lo demuestra la fundación hace menos de un año de la Orquesta Barroca del Conde Duque.
«Para mí fue una sorpresa: la propuesta partió del Ayuntamiento de Madrid en enero de este mismo 2013.
La idea era crear un grupo que tuviera su sede y desarrollara un ciclo regular de conciertos en el Centro Cultural Conde Duque.
En esta primera temporada hicimos diez conciertos en los que tocamos prácticamente todos los estilos, géneros y formaciones. Aunque la esencia del proyecto era el repertorio orquestal, hemos hecho de todo, del oratorio y la ópera a la música de cámara y para solistas.
He contado con músicos de toda España, buscando siempre la excelencia, y los conciertos funcionaron muy bien.
Vamos a ver si la crisis no se lleva por delante esta orquesta.
Necesitamos más que nunca el apoyo decidido de las instituciones porque si no la cultura se va al garete en este país».
Escrito por Pablo J. Vayón para DiarioDeSevilla.es
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