Cerdo de órganos o Porko Forte
CURIOSIDAD HISTÓRICO-MUSICAL: Esta es una variación de un instrumento un tanto legendario conocido también de diversas formas como el armonio Hog, Swineway, Pigano, Cerdo de órganos o Porko Forte.
Pierre Bayle (1647-1706) y Nathaniel Wanley (1634-1680) narran que fue el abad de Beigne (o Baigne) quien construyó un Porko Forte bajo órdenes de Luis XI, rey de Francia (1461-1483).
El rey retó al abad, que presumía de tener el arte de inventar nuevos instrumentos musicales, para lograr un «concierto de voces e los cerdos», pensando que era imposible.
El abad construyó un dispositivo de teclado con un número de cerdos vivos de diversos tamaños fijados tras el artefactor.
Al ser percutidas las teclas, pequeñas agujas pinchaban a los diversos e inocentes cerdos.
Es de suponer que los puercos habían sido cuidadosamente seleccionados por su timbre específico.
Los informes dicen que el dispositivo funcionó bien, pues el Rey y su compañía estaban encantados.
El rey Luis XI, antes de abandonar la abadía de Marmoutier, recibió a la Ciudad.
El rey, sentado en el sillón cubierto de láminas de oro preparado por el abate de Beigne, declaró ante toda la nobleza y el pueblo:
«Antaño, la reina Pasifae pidió al ingeniero Dédalo una vaca de madera grande y hueca, recubierta de cueros.
Desnuda ingresó en la vaca de madera para atraer al toro y recibir en ella su semilla.
Los troyanos también tuvieron un gran caballo de madera.
Los judíos poseían a la vez un chivo emisario para las arenas del desierto y terneros de hierro para las tiendas de campaña.
A la vera del mar, en la ciudad de Cartago, las manos de bronce del dios Baal, vueltas hacia el horno crematorio, introducían hasta doscientos niños.
En cuanto al Rey Phalaris, había ordenado construir un toro de bronce exornado de trompetas muy ingeniosas: cuando asaba a los jóvenes en el vientre de metal, los gritos de dolor se trocaban en melodías gracias a las trompetas de bronce.
El toro dejaba poco a poco de mugir a medida que los adolescentes asados por el tirano se convertían en cenizas. Cuando el toro callaba, habían pasado al estado de recuerdos.
Tuve mi órgano, en el que jabalíes entonaban memorias infantiles.
El señor abate de Baigné es para mí lo que fue Dédalo para Minos.
En el país de los Gadarenos, Nuestro Señor Jesucristo introdujo el nombre impuro de los demonios en los cerdos.
«Yo he extraído su música».
¿Verdad o mentira?
Extravagante idea que ya reprodujo (con otro tipo de animles) hace tiempo Terry Gilliam en la maravillosa «las aventuras del Barón Münchhausen». Hete aquí la obertura de «El aprendiz de torturador» de un sultán enamorado de la ópera de su tiempo: http://www.youtube.com/watch?v=8sLNOhA7C2Q