La música renacentista en Sevilla (siglo XVI)
¿Cómo era la Sevilla que vio nacer su Universidad, a comienzos del siglo XVI?
Quizás una de las etapas más gloriosas en la historia de Sevilla, momentos en que fue capital del mundo conocido, del antiguo (Europa) y del Nuevo (América).
Cuando la ciudad se llena de gentes de muy diversos países; cuando el oro y la plata circula con fluidez; una ciudad en la que conviven judíos conversos, cristianos viejos, moriscos, esclavos, nobles, clérigos y plebeyos.
Pero donde hubo opulencia, hubo miseria; donde hay luces hay sombras.
También hubo pícaros, rameras y ladrones; epidemias, inundaciones y hambrunas.
…El Renacimiento fue el Siglo de Oro de la música andaluza, impulsada por el creciente poderío económico derivado del descubrimiento de América y de la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos, que hacen posible el establecimiento de las diversas catedrales y sus respectivas capillas musicales, alcanzando sus mayores cotas en el ámbito de la música europea.
Los instrumentos habituales en las capillas catedralicias eran los de viento, aunque los de cuerda, especialmente arpas y violas da braccio, también participaban regularmente en el acompañamiento o en la alternancia de voces.
La tradición cultural de Sevilla alcanza su máximo punto de desarrollo durante el siglo XVI.
La solemnidad y complejidad musical estaba en función de la importancia de la fiesta religiosa celebrada, que exige del maestro de capilla una intensa dedicación, porque de él dependía la brillantez y vistosidad del acto.
Sevilla se convirtió, como sede de la cabecera del comercio con las Indias, en un centro de irradiación musical de la mayor importancia, sobre todo a partir de 1506, fecha en la que quedó concluida la nueva catedral.
Sevilla contó entonces con muy notables cultivadores: Pedro Fernández de Castilleja, Cristóbal de Morales, Mudarra, Francisco Guerrero o Francisco Peraza.
Unos como maestros de capilla, otros como compositores, y otros como organistas, dieron altos vuelos a la música polifónica hispalense.
Música fundamentalmente religiosa que tuvo en la catedral su gran escenario y de cuya grandiosidad quedan espléndidos testimonios en el archivo musical del primer templo hispalense.
En 1507 se estableció la plaza de organista fijo en la catedral de Sevilla, que anteriormente había sido temporal.
En el siglo XVI, las Catedrales y las ciudades contrataban conjuntos de instrumentos de viento constituidos principalmente por chirimías, cornetas, sacabuches y bajones (y ocasionalmente flautas y orlos), a los que se les conocía en España como Ministriles o Chirimías, en Italia pifferi o trombetti, pfeiffern en Alemania y en Inglaterra waits.
Los ministriles tocaban en los oficios litúrgicos, precedían y daban brillo a las procesiones, anunciaban las fiestas, e incluso marcaban el comienzo de las ventas en los mercados.
El uso de instrumentos para acompañar a la polifonía es una de las características más interesantes del siglo XVI. Su versatilidad les permitía doblar y alternar con delicadeza con los cantantes y también competir con el ruido de las plazas.
En cuanto a los ministriles sevillanos, la catedral hispalense contaba con tres chirimías y dos sacabuches contratados para las fiestas más importantes -quizás desde 1526-, hasta que, en 1553, con Francisco Guerrero, se crearon las plazas fijas, aunque seguían contratando a trompetas, cornetas, atabales (timbales) o tamborinos (tamboril, tambor pequeño).
Pedro Fernández de Castilleja, considerado como maestro de los maestros de España, compuso motetes, chazonetas y será maestro de Francisco Guerrero y Cristóbal de Morales.
Una larga vida le permitió permanecer al servicio de la catedral desde 1505 hasta 1568 en que se jubila.
Su alumno, Cristóbal de Morales será, con el también sevillano Francisco Guerrero, uno de los tres grandes polifonistas españoles del XVI.
Alonso Mudarra, canónigo en 1547, gran tañedor de vihuela, compuso «Tres libros de música en cifra» para este instrumento.
El citado Guerrero, como su compañero Morales, anduvo más fuera que en Sevilla; es la figura central del panorama musical de entonces.
Le cupo actualizar el archivo musical de la catedral en unión de Fernández de Castilleja, ser maestro de los famosos cantores, y componer una infinidad de obras que aún se conservan, y muchas de las cuales fueron impresas en el extranjero y en vida del autor.
Finalmente, Francisco de Peraza, organista y compositor, autor de «Medio registro alto de primer tono» y magistral intérprete, que muere en 1598.
Mereció ser enterrado en la capilla de la Virgen de la Antigua y que Guerrero dijese de él que tenía un angel en cada dedo.
Pero, entre todos los compositores renacentistas sevillanos, hay dos que destacan por la calidad de su producción musical, por su proyección, así como por su contribución al desarrollo de la música andaluza… Cristóbal de Morales y Francisco Guerrero…
Fuente y más información en Universidad de Sevilla
Gracias, Secondo SecondoMe por recordarme que vivo en una ciudad tan hermosa como contradictoria, que conserva intacto el orgullo y el narcisismo de haber sido la brillantísima capital del mundo, una peculiar y exaltada testigo de lo invisible, milagrosamente compasiva y cruel hasta la naúsea, y que vive de sus rentas hace ya tanto tiempo…
Tal vez yo debería pensar en todo esto más a menudo y sería más feliz. O nó