La música de la corte de Federico II el Grande
Berlin Harpsichord Concertos
Ensemble Diderot
Audax Records
Ensemble Diderot es un conjunto que puede presumir de una impresionante discografía, tanto en cantidad de volúmenes como en la calidad de los mismos. Sus más de veinte discos hasta la fecha se centran especialmente en la música del barroco tardío, y, en muchas ocasiones, ayudan a redescubrir la genialidad de las obras de músicos que han quedado relegadas a un segundo plano con el paso de los siglos. Precisamente, su nuevo lanzamiento tiene como protagonistas a cuatro compositores relacionados con la corte berlinesa de Federico II el Grande, un monarca gran mecenas de las artes, y, muy en especial, de la música.
La formación que dirige el violinista Johannes Pramsohler ha centrado la grabación en los conciertos para clavicémbalo de cuatro creadores de la denominada Escuela de Berlín: Christoph Nichelmann, Carl Heinrich Graun, Cristoph Schaffrath y Ernst Wilhelm Wolf. Con gran acierto la selección ha dejado fuera las composiciones del más famoso de este grupo de músicos, Carl Philipp Emanuel Bach, no porque no merezca estar presente en el disco, sino para sacar a la luz las creaciones de nombres mucho menos conocidos, pero que resultan igualmente brillantes. De hecho, la piezas incluidas es la primera vez que han sido grabadas.
Berlin Harpsichord Concertos pertenece a la serie de grabaciones que el ensemble ha dedicado al concierto, y, tras varias dedicadas al violín y al cello, ahora le ha tocado el turno al clavicémbalo. Y, como es lógico, el protagonista en este caso es el teclista del grupo, Philippe Grisvard, quien, además de colaborar con numerosas formaciones de renombre, entre las que destacan Le Poème Harmonique, Chamber Orchestra of Europe o Le Cercle de L’Harmonie, ha participado en más de cincuenta discos de relevantes sellos de música clásica.
A Federico II de Prusia le perdían las letras y las artes a pesar de que su padre quería educarle para conquistar Europa. Esta desviación hacia el buen gusto no era nueva en la familia: su abuelo Federico I, que inaugura oficialmente en enero de 1701 mediante su coronación como rey prusiano los cimientos del estado alemán, había fundado la Universidad de Halle, la Academia de las Artes y la Academia de las Ciencias, que tuvo por primer presidente al mismísimo Leibnitz. Y fue también un gran amante de la música.
Federico asciende al trono en 1740 y trata por todos los medios de devolver el esplendor cultural a la capital imperial de Berlín que se había dejado de lado durante el reinado de su progenitor, Federico Guillermo, apodado el Rey Sargento. El nuevo monarca no oculta sus inquietudes musicales cuando a los dos meses de su coronación envía al compositor Carl Heinrich Graun a Italia para contratar cantantes para el teatro de ópera que está construyendo, todo ello en plena guerra de sucesión austriaca. Federico II el Grande además de mecenas era él mismo compositor. Hay referencias de hasta un centenar de sonatas compuestas por el soberano e interpretadas, dentro del repertorio propio de palacio, en los círculos reducidos de los cortesanos.
La pasión por las artes en general y por la música en particular que profesa el monarca tiene el efecto directo en convertir Berlín en una capital cultural de primer orden, que atrae a grandes nombres de la época, como Carl Philipp Emanuel Bach, entre muchos otros. Es por ello que el disco Berlin Harpsichord Concertos pretende ofrecer una muestra de la riqueza musical de aquella corte presentando obras para clavicémbalo de cuatro de los creadores.
Carl Heinrich Graun fue maestro de capilla de la corte de Federico y el responsable de la creación de la ópera de Berlín. De hecho, es principalmente recordado por su música escénica, si bien también dejó escritos numerosos conciertos para clavicémbalo, como el que aparece en el disco. Su renombre era tal que el musicólogo británico Charles Burney escribió tras su visita a la capital prusiana: si bien en este país reina una universal tolerancia entre las diversas confesiones cristianas, cuando se trata de música, quien ose profesar una fe diversa de la de Graun y Quantz se puede dar por perseguido con toda seguridad.
Por su parte, Christoph Nichelmann ejerció de segundo cembalista en la corte de Federico II hasta que la rivalidad y las diferencias que tiene con Carl Philipp Emanuel Bach le obligan a dimitir en 1755 para malvivir el resto de su vida como profesor de música. A pesar de su enfrentamiento con Bach, emula la música de éste, especialmente en los conciertos para tecla. Nichelmann concebía la música como un catalizador del bienestar del espíritu, más allá de su valor estético, como dejó escrito: el fin último de la música es apoderarse del espíritu a través de los diversos estímulos producidos en el mecanismo sensorial del oído, mantener en actividad todas sus fuerzas y estimular el bienestar interior anímico por la purificación de las pasiones y afectos.
Otro músico que chocó con miembros de la familia Bach fue Christoph Schaffrath. En 1733 compitió sin éxito con Friedemann Bach en las oposiciones de organista de la Sophienkirche de Dresde y, aunque un año después ejercería como cembalista de la capilla de Federico II, fue desplazado a un segundo lugar por Emmanuel Bach. En 1741 entró al servicio de la princesa Anna Amalia de Prusia, hermana de Federico, gran melómana y también compositora.
Cierra el disco un concierto de Ernst Wilhelm Wolf, quien fuera un niño prodigio de la tecla y que fue un miembro de la Escuela de Berlín sólo en espíritu puesto que ejerció la docencia en Leipzig, Naumburg y Weimar. En 1772 se convirtió en el maestro de capilla de la princesa Anna Amalia de Prusia, y, parece ser que declinó la oferta de Federico II para suceder a Carl Philipp Emanuel Bach como cembalista.
Es todo un lujo poder conocer de primera mano la obra de compositores no tan presentes en los repertorios centrados en la época galante gracias al Ensemble Diderot, cuyas series de grabaciones se convierten en una herramienta imprescindible para profundizar en la música del Barroco.
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