El Corpus Christi en Sevilla, con música del Siglo de Oro
Sevilla es de las pocas ciudades de España que sigue conservando el Jueves de Corpus como día festivo desde principios del siglo XV, cuando empieza a celebrarse esta fiesta en la ciudad, aunque la documentación conocida sobre este acto es de 1426.
En 1477 asiste a la fiesta del Corpus en Sevilla la Reina Isabel la Católica.
Ya en el siglo XV, la fiesta del Corpus Christi era modelo de fiestas de exaltación y de prestigio, que en toda la archidiócesis se procuraba imitar.
En esta época, las calles ya se cubrían de hierbas olorosas.
Junto al aspecto más popular de la fiesta, como las danzas procesionales, no podemos olvidar tampoco el papel de la música en los momentos contemplativos y de rezo ante el Santísimo Sacramento.
Desde finales del siglo XVI, fue creciendo un género que fue tomando cada vez mayor cuerpo y presencia a lo largo del siglo XVII, y que se convirtió en el llamado villancico sacramentado.
Se empezaron cantando en las estaciones que se hacían en la procesión y en los altares instalados en el recorrido.
Ésta es la recreación historicista que la Escolanía Salesiana María Auxiliadora ayuda a revivir en cada madrugada del Corpus Christi sevillano desde hace más de diez años.
Un gran grupo de niños cantores y media docena de cantantes adultos acompañan cada año la procesión de traslado que parte al alba desde la Iglesia de Los Terceros hacia el Palacio Arzobispal, interpretando a capella una variedad de piezas vocales de carácter eucarístico desde el siglo XVI hasta el XVIII.
Bien es cierto que durante el Siglo de Oro, junto a los cantantes, las Catedrales y las ciudades contrataban conjuntos de instrumentos de viento constituidos principalmente por chirimías, cornetas, sacabuches y bajones, a los que se les conocía en España como Ministriles.
Los ministriles tocaban en los oficios litúrgicos, precedían y daban brillo a las procesiones, anunciaban las fiestas, e incluso marcaban el comienzo de las ventas en los mercados.
En cuanto a los ministriles sevillanos, la catedral hispalense contaba con tres chirimías y dos sacabuches contratados para las fiestas más importantes hasta que, en 1553, con Francisco Guerrero, se crearon las plazas fijas.
La música polifónica vocal e instrumental se tocaba y se cantaba a la vez debido a la versatilidad de los ministriles, que les permitía doblar y adornar con delicadeza las voces de los cantantes y también competir con el ruido de las plazas.
«Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y Día de la Ascensión».
Imagen de Félix J. Díaz
¿El autor (anónimo) de este artículo, así como los responsables de la llamada Escolanía Salesiana María Auxiliadora, saben que una escolanía por definición no lleva voces adultas?
Parecerá algo sin importancia, pero el resultado está siendo una desleal competencia con las que sí son verdaderas escolanías que actúan en la zona de Sevilla.
Por cierto, no se explica en el artículo que la actuación a la que hacen referencia por parte de dicha formación, es el traslado del Señor de la Sagrada Cena desde su iglesia de los Terceros hasta el palacio Arzobispal, para formar parte del altar que se instala en el palacio, junto al que pasa la procesión del Corpus Christi. Es cierto que este acto forma parte de las celebraciones, pero no es menos cierto que se trata de una “tradición” moderna que se ha ido enriqueciendo recientemente. Pero bueno, en la ciudad de la Giralda, para que una tradición sea ancestral no hacen falta ni 20 o 25 años… Triste ciudad que se regodea en su mediocridad y en las glorias de un pasado que, en general, se desconoce y manipula a capricho de unos cuantos y que en realidad necesita una revisión radical y puesta en valor real de un pasado que cada vez es más ignorado. Pues no hay mayor ignorante que el que cree saber; y eso abunda a orillas del Guadalquivir y es condición indispensable para poder hacer algo en la ciudad.