Entrevista a Jota Martínez, músico y organólogo: “las imágenes del artesonado de Llíria nos dan información de la autenticidad del juglar como músico del siglo XIII”

Entrevista a Jota Martínez, músico y organólogo: “las imágenes del artesonado de Llíria nos dan información de la autenticidad del juglar como músico del siglo XIII”

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El músico y organólogo Jota Martínez ha presentado recientemente su nuevo libro Instrumentos para trovar y danzar en la Llíria del siglo XIII. El proyecto parte del artesonado gótico mudéjar de la iglesia de Santa María o de la Sangre de Llíria, una obra que, aparte de su valor artístico, ofrece una iconografía rica en representaciones relacionadas con la música y la danza de la época. El templo exhibe unos frisos que muestran escenas cortesanas en las que aparecen figuras humanas tocando instrumentos musicales, bailando e, incluso, cantando.

La investigación del autor ha conseguido identificar en total hasta diez instrumentos musicales de uso común en el siglo XIII, que son analizados en profundidad en las páginas del libro, y que además han sido reconstruidos siguiendo las pistas que ofrece la iconografía, para recuperar su voz ocho siglos más tarde.

Hemos hablado con Jota Martínez para conocer de primera mano todos los pormenores del proyecto.

¿Cómo surge este nuevo proyecto organológico cuyos resultados estás presentando actualmente en forma de libro?

El proyecto surge cuando en 2018 le planteo al Ayuntamiento de Llíria realizar un estudio organológico sobre el artesonado gótico mudéjar que está en la iglesia de la Sangre o de Santa María, que es una obra del siglo XIII, construida en una iglesia de Reconquista, y con una información organológica bastante interesante. Como decía, les planteó el proyecto de hacer este estudio con la intención de reconstruir después esos instrumentos, y ellos, desde la Concejalía de Turismo y Patrimonio, apoyan y financian este proyecto.

¿De qué manera encaja este nuevo volumen dedicado a los instrumentos de la Llíria medieval con tus libros anteriores, Instrumentos de la tradición medieval española e Instrumentarium Musical Alfonsí?

Este trabajo encaja con el resto porque, de algún modo, sigo investigando y estudiando toda esta iconografía en estas obras de arte medievales, que están directamente relacionadas con la función que tenían los juglares y trovadores, y con los instrumentos musicales que tocaban. De algún modo, se demuestra que determinados instrumentos eran favoritos, podríamos decir, entre estos intérpretes y, además, se suman ideas como la función que tenían algunos instrumentos en concreto, como las tablillas, por ejemplo, que vuelven a aparecer en manos de mujeres, que a la vez danzan y cantan, o los añafiles, en este caso con una función procesional.

Otros instrumentos, como las violas y los laúdes de uso juglaresco cortesano enlazan directamente con mi libro anterior Instrumentarium Musical Alfonsí, porque es iconografía también del siglo XIII. Por lo tanto, estamos hablando de instrumentos representados en la misma época, y, de algún modo, en lugares no tan distantes en el espacio, por lo que seguramente habría una expansión real de estos instrumentos y, también, desde el punto de vista artístico, una influencia entre unas obras y otras. Además, podemos ver como algunos de estos instrumentos se estaban desarrollando desde su entrada en la Península, desde África, unos siglos antes.

¿Existió en la Edad Media una relación especial entre esta localidad valenciana y la música?

Llíria siempre ha sido la ciudad de la música por excelencia, ahora desde luego lleva este título. Además, es también ciudad creativa por la UNESCO en la categoría de música, pero ya desde las antiguas vasijas íberas, encontradas en sus yacimientos arqueológicos, en las cuales se representan algunos instrumentos de viento y la danza, de algún modo se confirma que siempre ha estado asociada y muy relacionada, por algún motivo que desconocemos, con la música. En mi investigación no he encontrado ninguna información relevante acerca de la conexión local que pudiese haber con algún tipo de juglar, o intérprete, o instrumento musical.

No he encontrado ninguna información destacable en este sentido, más allá del nombre del primer músico conocido, digamos lliriano, Jaume Roca o Sarroca, que ha quedado para la historia, gracias a un documento que estudio el historiador lliriano Miguel Alonso en 1991, y que fue el vicario perpetuo de esta iglesia en la época que nos atañe, y que, gracias a su formación en el trivio y cuatrivio, tenía las dotes suficientes para dirigir su propia escola de cantores asociados a esta parroquia recién creada.

¿Qué información acerca de los usos musicales de la época has podido extraer de la decoración del artesonado?

La información fundamental, o más importante, es que los instrumentos rey, los instrumentos preferidos, siguen siendo los instrumentos de cuerda, tanto pulsada como frotada. Hay una viola muy típica, y hay también una rubeba, que es digamos el antecesor directo de lo que luego va a ser el rebec en Europa, que viene del rabel morisco. De cuerda pulsada hay una buena representación, como algunas pequeñas guitarras y un par de laúdes.

Además, también se representa en cuatro ocasiones la flauta de una mano y tambor, que es un instrumento que, aparte de ser muy representado en toda la iconografía penisular del periodo, lo estoy encontrando en mucha iconografía valenciana, lo cual me invita a teorizar que fue un instrumento que durante la Edad Media se tocó por estas tierras valencianas, aunque no ha perdurado en el folclore de esta región, como sí lo ha hecho en las vecinas, Baleares y Cataluña.

Eso demuestra que todos estos instrumentos estaban siempre en manos de juglares cortesanos, por lo que eran instrumentos que cumplían la función de acompañar estos cantos, estas composiciones de los trovadores, y también que se usaban, por supuesto, para hacer música de danza.

¿Ha resultado difícil identificar los instrumentos que aparecen en el artesonado para que hayan podido ser reconstruidos? ¿Ha habido alguno especialmente problemático?

La identificación de los instrumentos representados ha sido muy sencilla, porque ya son veinticinco años los que llevo analizando este tipo de instrumentos, y reconstruyéndolos para que suenen. Los instrumentos que más problemas nos han dado han sido los dos laúdes que hay representados, simplemente porque el estado de las dos tablillas donde estaban dibujados es muy malo, y no acabamos de ver el instrumento completo, por lo que ha habido que reconstruir un laúd utilizando información de otras fuentes iconográficas del mismo periodo, de la que por fortuna, tenemos mucha y muy rica, y nos ofrecen una versión muy clara de cómo era el laúd medieval ibérico.

¿Qué nos dicen las figuras humanas representadas sobre la forma de tocar estos instrumentos? ¿Transmiten toda la información necesaria para que puedan ser interpretados en la actualidad como se hacía antaño?

Los juglares representados, la información más importante que nos están mostrando es que todos estos instrumentos tenían un uso totalmente funcional, para acompañar el canto, para invitar a la danza, y que eran instrumentos que se tocaban, podríamos decir, desde un estilo muy natural, muy popular. Las representaciones de cómo están siendo tañidos estos instrumentos son totalmente realistas, y los duetos que se proponen en sus imágenes funcionan a la perfección cuando hacemos el ejercicio de imitarlas y hacerlas sonar, como una práctica de arqueología musical.

En todos los casos, los intérpretes están tañendo sus instrumentos de pie, en parejas, enfrentadas uno a otro, con esa complicidad que surge cuando los dos músicos están tocando juntos. Incluso parece que dancen y canten al mismo tiempo. Son representaciones muy dinámicas. Sin lugar a dudas, el artista que las plasmó nos quiso dar esa información y por eso las dotó de movimiento. De algún modo, esto nos da pistas, nos da la idea sobre de qué manera se interpretaban estos instrumentos, un poco alejada de las interpretaciones que se hacen ahora en los conciertos, en las cuales los músicos, como norma general, solemos estar todos sentados, con una partitura delante, con esa frialdad en algunos casos de estar solamente leyendo o traduciendo una partitura escrita.

Las imágenes desde luego nos dan la información de esa frescura, digamos, esa alegría, y esa, de algún modo, autenticidad, del hecho en sí del juglar como músico de la época del siglo XIII. Y esto me ha planteado un nuevo camino de investigación.

¿Cómo habéis seleccionado el repertorio para ser interpretado con los instrumentos del artesonado? ¿Qué suponéis que se tocaba en la Llíria del siglo XIII?

La música que se interpretaba en el siglo XIII en Llíria no podemos conocerla. No ha llegado ningún tipo de información puntual sobre ninguna composición que se hubiese hecho allí, ni para allí. Se utilizaría en la iglesia el repertorio litúrgico habitual. Yo lo que hice para presentar estos instrumentos fue buscar piezas compuestas en la misma época, repertorio de trovadores, y que además estuviesen relacionadas de alguna manera con trovadores que vivieron en algún momento de su vida cerca de Jaume I, que fue el monarca que dominó el territorio en esta época. Y por supuesto, relacionadas con el ambiente cortesano de la fin´amors.

De este modo, incluso hay algunos de estos trovadores que pudieron llegar a vivir o estar en Llíria, porque, al ser cercanos a la figura del rey conquistador, sabemos que recibieron tierras en estos lugares, como Guerau de Cabrera, Berenguer de Palo, etc. También es importante un lamento compuesto por Mathieu de Caerci, a la muerte de Jaume I, que también es una obra que hemos incluido en el repertorio. Y, por supuesto, obras con historias relativamente cercanas, como una cantiga de Santa María sobre un romero valenciano y un milagro acontecido en Sagunto. No hay que olvidar que, además, Alfonso X el Sabio, compositor e impulsor de este repertorio mariano, estaba emparentado con Jaume I, porque estaba casado con su hija.

También hemos incluido algunas danzas anónimas italianas, en este caso extraídas del Códice de Londres, porque no hemos encontrado hasta la fecha danzas de este periodo en ningún manuscrito español.

¿Has podido extraer del estudio también información sobre la danza reflejada en las imágenes?

Sobre la danza no he podido hacer mucho más que hacer referencia a las imágenes representadas con la misma y generar más dudas y la invitación a un futuro estudio de alguien más preparado que yo para este asunto. El caso de una juglaresa, que descaradamente está tocando unas tablillas, bailando y posiblemente cantando;  algunos de los juglares también tienen posiciones que invitan o dan la sensación de poder estar en movimiento, según estaban tocando, como ya he comentado; y, después, hay una representación de una procesión, en la cual una parte del cortejo lleva las manos en alto, y nos hace pensar que posiblemente fuese algún tipo de danza profesional,  que además está acompañada por la flauta y el tambor, y por dos trompetas rectas, dos añafiles.

Después de la presentación del libro que tuvo lugar en Llíria el pasado 21 de marzo -Día Europeo de la Música Antigua-, ¿qué planes inmediatos tienes para seguir difundiendo el proyecto?

Si bien el proyecto comenzó con como una propuesta del Ayuntamiento de Llíria, en concreto, la Concejalía de Turismo, es cierto que sobre la publicación tengo que agradecer el esfuerzo que se ha hecho desde el Centro Internacional de la Música Medieval (CIMMedieval), para poder transformarla en formato libro, y que pueda ser presentada y popularizada entre los sectores académicos y entre los medievalistas, amantes o no de la música.

Como proyectos relacionados con esta presentación, ahora mismo estamos con la idea de grabar un disco con el programa del concierto que se hizo para la ocasión y que ahora está colgado en mi canal de YouTube. La intención es, a través de Llíria como ciudad creativa de la música por la UNESCO, hacer una serie de presentaciones sonoras de la obra de arte que es el artesanado, bastante desconocido por cierto incluso en tierras valencianas, y muy desconocido para la organología en general.

Otra idea es hacer algunas presentaciones en forma de conferencias, en forma de concierto, en formato curso, etc., como vayamos considerando, y como vaya siendo posible, para poner en valor esta obra de arte, y, también, para poner en valor las réplicas de estos instrumentos como manera de acercarnos al máximo a la interpretación de la música medieval, bajo mi punto de vista y como resultado de mí carrera como músico e investigador.

Para finalizar, ¿por dónde va a seguir tu faceta de organólogo? ¿Tienes en mente ya algún estudio nuevo en este campo?

En la actualidad no tengo ningún proyecto en mente, aunque sigo coleccionando imágenes, y sigo de alguna manera mirándolas y analizándolas, y matizando siempre mis conclusiones, porque, aunque estén publicadas ya en tres libros, están lejos de ser definitivas y siempre hay un proceso de evolución y aprendizaje muy importante en mi vida. Estoy, precisamente, en los últimos meses, muy centrado en la iconografía musical que aparece en los cancioneros relacionados con la lírica en gallego medieval, como el de Ajuda o las Cantigas de Santa María, porque estoy con la idea de hacer un proyecto de antología y arqueología musical práctica, que sería el acercamiento a los juglares del siglo XIII, en su faceta más personal y profesional.

Trabajar sobre cómo ellos de alguna manera recibían unas composiciones, posiblemente sin música, y, de algún modo, eran capaces de musicarlas e interpretarlas para presentarlas en las cortes que visitaban, o en los mercados y plazas de los pueblos que encontraban a su paso. Casi con este concepto que tenemos ahora del cantautor, pero sobre todo como los antiguos noticieros ambulantes, que de algún modo conectaron con los ciegos que cantaban sus romances y vendían sus pliegos de cordel. Remirar todas las imágenes de juglares que conozco y mirar las que aparezcan nuevas, para acercarme, más si cabe, a esta funcionalidad de la música, de los instrumentos, y cómo estos profesionales podían con ellos acompañar estas composiciones, hechas por personajes ilustres de la época -por señores, por cortesanos- incluso de la talla de Alfonso X el Sabio.

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