Hablando de música… aquella que nos acaricia el alma
Tras 22 años resistiendo a las adversidades y manteniéndose, Artefactum parece haber recogido en este 2016 el fruto de su trabajo.
En estos meses la formación sevillana ha publicado dos álbumes –La Vía de la Plata y el recién editado Musica ad Navitatis tempus-, lanzamientos que llegaban tras un largo parón en sus grabaciones; ha cautivado al público japonés con esa fórmula de rigor y frescura que le caracteriza, y ayer mismo actuaba por primera vez en su historia en el Auditorio Nacional, «el sitio de máximo nivel para una propuesta especializada en música antigua«, como señala el percusionista Álvaro Garrido.
Afianzados como «el grupo decano de la música medieval en España» tras la despedida de los más veteranos Cinco Siglos, los integrantes de Artefactum han visto cómo una serie «de benditas casualidades» ampliaba su discografía.
«El trabajo de La Vía de la Plata se grabó hace tres o cuatro años, pero no encontramos la oportunidad de editarlo hasta este 2016.
Y desde hacía tiempo nos planteábamos recoger el programa que interpretamos en los conciertos de Navidad, una actividad que llevamos ya cinco años haciendo.
Desde el momento en que la Universidad Autónoma de Madrid nos seleccionó para el Auditorio Nacional, el proyecto del disco se convirtió en una prioridad.
Habría sido un delito estar en Madrid con el programa y no presentar el álbum», explica Garrido.
Tanto en Madrid como en Sevilla, los componentes de Artefactum desplegarán estos días esa habilidad que poseen para alegrar el alma del espectador.
«Este grupo jamás ha sucumbido a la frialdad de un estudio de grabación, al envaramiento o la solemnidad de una sala de concierto, a la rigidez o el academicismo en la recreación que siempre supone interpretar música medieval», manifiesta Vicente Gavira Noya en los textos del libreto de Musica ad Navitatis tempus.
Una filosofía que suscriben desde el conjunto:
«En Berklee, en Estados Unidos, se imparte también performance: un músico tiene que saber actuar», revela Garrido.
«Nosotros, cuando hacemos nuestra selección de personal, evidentemente entendemos como una prioridad que los candidatos toquen bien, pero nos preocupa igualmente que transmitan.
Hay conciertos en los que cierras los ojos y parece que estás escuchando un disco».
En Artefactum, por el contrario, persiguen «que el público vaya más allá: nos consideramos una suerte de ilustradores de la música que hacemos.
Si tocamos una cantiga queremos que el espectador sepa de qué va la cosa.
Para nosotros, las explicaciones son parte del concierto», argumenta Garrido, para quien «los detalles son muy importantes, y nosotros los cuidamos: en Japón, por ejemplo, hacíamos las presentaciones en japonés».
Otro «condimento» al que recurren en sus actuaciones es el humor, «algo de lo que alardeamos: no es nada fácil combinar elementos humorísticos con un concierto serio, con el rigor».
Una actitud que Garrido atribuye a su procedencia.
«Somos del sur, y hay una diferencia entre la gente de aquí y la del norte no sólo a la hora de hacer música, sino de comportarse en la vida.
Y eso se refleja también en los conciertos. Siempre, claro, desde el respeto, siendo musicológicamente correctos, pero con la idea de que nosotros tocamos para el público, que nuestro gran objetivo es comunicar».
Aunque desde Artefactum han buscado «una música medieval que responda al concepto que el público tiene de lo navideño, algo que no siempre ocurre con los villancicos», Musica ad Navitatis tempus reserva una constante sorpresa en su exploración de las más diversas tradiciones, un espectro que va del manuscrito italiano del siglo XIII Laudario di Cortona a las finlandesas Piae Cantiones.
Los de Artefactum han trazado en su sexto disco un fascinante itinerario lleno de recovecos, donde conviven las más insospechadas emociones, como celebra Gavira Noya en el libreto del álbum: «Además de recordar las costumbres navideñas españolas con las Cantigas del Rey Sabio, [el oyente puede] asomarse a la ojiva de una catedral en Inglaterra y brindar en Bohemia, sumarse a un grupo de estudiantes que busca el calor de una taberna en la helada Finlandia y probar los dulces que en esta época hacen en Italia, sin olvidar que en la vecina Francia hay que beber vino y puede asistir a una misa enloquecida, presidida por un asno y oficiada por un falso sacerdote al que los fieles, sólo un día al año, pueden contestar con rebuznos».
En el repertorio no faltan dos Cantigas: Null`ome per ren non deve y Pois que dos reys, una sobre un milagro que ocurre la noche de Navidad y otra por la que asoma Herodes y que remite al Auto de los Reyes Magos.
Tras el concierto de Navidad de Cajasol, en Artefactum prepararán nuevos proyectos, entre ellos la cita que tendrán en el Femás, en marzo, donde interpretarán un programa con la figura de los goliardos como eje, un conjunto de piezas que también aspiran a registrar en disco.
Hay señales para la esperanza -«estamos ahora seleccionados en el catálogo del AECID, lo que nos va a posibilitar tocar en distintas partes del mundo», cuentan- pero el camino seguirá siendo costoso.
«Vivimos una situación rara: sentimos que aquí no se valora la permanencia, que se mira con mejores ojos lo nuevo», lamenta Garrido.
«Nosotros, en cierta manera, ya somos un grupo con tradición, el concierto de Navidad se ha convertido en un clásico, pero eso nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, porque los políticos no nos apoyan».
fuente: BRAULIO ORTIZ | DiariodeSevilla
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