«La música antigua constituye un patrimonio tan importante como el de la arquitectura…»
Así lo afirma Dominique Vellard (París, 1953) que está convencido de que la labor de investigadores y musicólogos desde inicios del siglo XX ha permitido descubrir la práctica totalidad del acervo de música antigua, pero afirma categóricamente que muchos de estos «tesoros» no han llegado todavía al público.
Desde 1979, Dominique Vellard ha sido el motor y la inspiración para el Ensemble Gilles Binchois, que en ya casi tres décadas de investigación e interpretación ha ido creando algunas de las grabaciones de absoluta referencia de los repertorios a los que se ha dedicado, en especial de la Edad Media y el Renacimiento.
Son uno de los principales referentes del estudio historicista de la música antigua.
Vellard, figura de reconocido prestigio internacional que combina su intensa actividad en escenarios y estudios de grabación con la docencia en Basilea (Suiza), insiste en que el trabajo de descubrimiento de los repertorios de música antigua no sólo es «increíble» sino que abre a los músicos «cantidad de vías apasionantes que seguir».
Según Vellard, «la música antigua es una tradición viva de la que el Ensamble Gilles Binchois hace parte; su éxito, más allá del alto nivel de sus intérpretes, se debe al valor cultural y la historia contenida en las obras de estos periodos».
Esta semana Dominique Vellard & Ensemble Gilles Binchoisen han interpretado el Oficio del Año Nuevo o de la Circuncisión de la catedral de Puyen en la iglesia del Carmen de Jaca dentro del marco del XXIII Festival Internacional en el Camino de Santiago.
Revela que ahora se guarda bajo la manga un tesoro musical en el que ha trabajado durante tres años junto con expertos de las universidades de Toulouse y Barcelona y que se dará a conocer en una grabación discográfica que se publicará el próximo noviembre.
Se trata, señala, de los «Faux-Bourdons», unas polifonías datadas en el siglo XVI que fueron dejadas de interpretar hace décadas y que todavía se podían escuchar en algunas iglesias francesas hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965).
El director asegura que a la hora de hacer frente a un repertorio de este tipo hay que tener en cuenta distintos parámetros.
«Hay que conocer –subraya– la música que precede y la que sigue al repertorio que vamos a interpretar, escoger los instrumentos que convienen y una estética vocal adecuada».
Todo con el objetivo final de «conseguir dar autenticidad y veracidad al repertorio».
Afirma que los nuevos intérpretes se han apoyado en todos los conocimientos obtenidos por los grupos pioneros para «encontrar más temprano la libertad de la que se goza ahora».
Dominique Vellard adopta un tono reflexivo a renglón seguido para advertir de que «hay más libertad en estos momentos que hace años, pero a veces también menos rigor histórico y estético, porque ahora es habitual mezclar estilos o repertorios buscando sólo un efecto sobre el público».
Considera, por otra parte, que aunque el interés del público por la música antigua es «intenso», no existe apoyo por parte de los poderes públicos, que «no tienen en cuenta la importancia de mantener vivo un patrimonio musical tan alejado de nuestro tiempo».
A su juicio, «la música antigua constituye un patrimonio tan importante como el de la arquitectura, pero es esquivo porque solo vive a través de los conciertos y de las grabaciones».
Para estimular el interés del público, «por lo menos en Francia», Vellard busca sorprender en los conciertos combinando la interpretación con breves conferencias, ilustraciones sonoras o ensayos públicos, pero también mediante presentaciones destinadas a un público infantil en centros escolares.
En cualquier caso, destaca que para construir una estética y estilo propios, el intérprete de música antigua «requiere de bastante tiempo y energía».
Fuente NoticiasDeAlava
Pablo Massa