«La Musicología ha pasado de esclava a ciencia y arte»
Ismael Fernández de la Cuesta reconoce que la llamada de la consejera para notificarle que había sido galardonado con el Premio Castilla y León de Restauración y Conservación del Patrimonio le produjo «incredulidad», sensación a la que siguió «mucha emoción» por «el honor y la satisfacción» que significa recibir esta distinción.
«Lo de que nadie es profeta en su tierra a mí nunca me ha ocurrido, porque siempre he sido una persona muy querida en mi tierra y creo que corresponde también al amor y al cariño que tengo yo por Burgos, Neila y el norte del España, que es una maravilla», agrega el catedrático.
El premio cogió a De la Cuesta en Nueva York, donde se hallaba estudiando «el legado de Federico Olmeda, un burgalés extraordinario, gran compositor y organista, que fue maestro de capilla de la Catedral de Burgos que trabajó mucho por la música tradicional».
El musicólogo pretende analizar la importante documentación que Olmeda recopiló para su venta posterior a Archer Milton Huntington, el hispanista que fundó la Hispanic Society of America.
De la Cuesta se encuentra actualmente trabajando «en muchos frentes y demasiado, porque nunca termino de terminar», confiesa.
Entre estos proyectos, señala uno «muy querido», un libro-disco que se llamará ‘La Catedral sonora’, e «incide en la recuperación del patrimonio musical, que es oral, en las catedrales».
La obra resume la historia del canto gregoriano y religioso cristiano desde la primitiva salmodia hasta el gran esplendor de las catedrales, «que desgraciadamente se ha perdido», puntualiza.
«Nunca han estado tan bien conservadas, pero ya no son sonoras. Y siempre fue una caja de resonancia, por una razón básica, casi teológica, ya que San Pablo dice que la fe viene por el oído», apunta el galardonado.
De la Cuesta subraya que la música «tiene tanta virtualidad, entra tanto dentro de uno mismo, que es creativa cada vez.
Y eso es lo más maravilloso.
Para los que escuchan y para los que nos dedicamos a ella».
Por este motivo, el catedrático reflexiona acerca de la importancia de «la pulsión que debe tener hoy el músico, el intérprete, de hacer viva la música antigua», una característica que considera haber conservado para sí «toda mi vida», y «la que creo que es el motivo de este premio».
«Recuperar el patrimonio no es coger un manuscrito, transcribirle y ponerle en notas modernas. Lo más importante es llevarlo al aire, al público. Crear la música de otros».
El académico destaca que «la musicología ha pasado de ser una esclava del positivismo decimonónico basado en fuentes documentales, a ser una ciencia y un arte vivo que recupera la música».
En la musicología, entiende De la Cuesta, pervive la tradición oral, y de este modo el canto gregoriano «es una música que no está en los papeles, sino en las catedrales y las iglesias».
«El abanico de posibilidades que tiene, es la gran riqueza que tiene este arte efímero respecto a las artes plásticas», concluye.
Echando la vista atrás, el catedrático recuerda «momentos maravillosos» de su juventud en el Monasterio de Silos, donde se formó en Humanismo; de sus estudios de Teología en Francia, donde se vio obligado a abandonar a sus compañeros y su cultura pero, a cambio, se adentró en un mundo «riquísimo» con una biblioteca «en la que buceé muchísimo, y realmente aprendí el gregoriano que se».
Ya en su etapa profesional, resalta sobre todo sus giras y conciertos con su coro por Estados Unidos, «y en especial, haber cantado en las misiones jesuíticas en Bolivia y Paraguay, con las iglesias abarrotadas».
Por último, De la Cuesta menciona al cura de Neila de cuando era niño, Don Basiliso Cuesta, «quien más me caló», como «da Vinci de nuestro tiempo».
«Él tenía que haber sido el premiado», sentencia.
Escrito por ANDRÉS SEOANE | Elcorreodeburgos
¿Esclava? La Musicología se encuentra por encima de todas las áreas dentro de la Música; es ella todo lo contrario.
Yo también me pregunto de quién era esclava.
nunca me aparece si la musica es arte o es ciencia.