L’Arpeggiata y la esencia de la música inauguran el FeMÀS
Ha arrancado el FeMÀS, el Festival de Música Antigua de Sevilla, el decano de los festivales de la ciudad con 30 años a sus espaldas.
Y a pesar de estar ya entrado en años y ser su dedicación exclusiva la música antigua, no podría haber comenzado con más frescura y brillantez. Toda una declaración de intenciones.
El que conciba los conciertos de música antigua como fríos espectáculos encorsetados, con intérpretes enchaquetados que no se salen de sus casillas y música que no puede desviarse un ápice de lo escrito es que, de entrada, no frecuentan los conciertos de música antigua.
A estas personas yo les recetaría una buena dosis de L’Arpeggiata, el grupo liderado por Christina Pluhar que ha inaugurado el festival con su concierto Teatro d’Amore basado en música italiana del siglo XVII, con Claudio Monteverdi como referencia principal.
Música viva, emocional y conexión con el público, eso es lo que consigue esta agrupación, de las más celebradas en todo el mundo. La música, como las emociones de las cuales nace, no pueden ser compartimentos estancos.
Habitualmente somos víctimas de nuestro afán de etiquetar y la música clásica o culta es un universo inmiscible con el jazz, con el rock o los folclores.
Pero no hay ninguna emoción pura, como no debería haber ninguna música que lo fuera, si queremos que sea un reflejo de nosotros mismos.
En el Centro Cultural Cajasol, sobre el escenario, no hemos visto un simple grupo de intérpretes excepcionales replicando lo escrito por músicos siglos atrás, sino que había un espejo capaz de reflejar sutilezas emocionales dignas tanto de un sesudo crítico musical como del más sencillo e ingenuo de los públicos. ¿Por qué? Pues porque la música no habla de conocimiento o desconocimiento, sino de emoción, así se entendía en el siglo XVII cuando el señor Monteverdi y su revolucionaria seconda pratica consiguieron desbrozar la pura emoción de otros añadidos, y lanzarnos sus afilados dardos musicales.
¿Y no es esa humanidad visceral la que se encuentra en la música folclórica, en el pop, o el rock? Pues ahí está L’Arpeggiata para amasar todo esto como parte de la experiencia musical.
Pero claro, con tan tremendos intérpretes todo es posible. Es posible escuchar un madrigal de Monteverdi, pongamos “Damigella tutta bella”, compuesto hace cuatro siglos, y que la cercana voz en falsete de Vicenzo Capezzuto lo llene de frescura, naturalidad y contemporaneidad.
O es posible que la hermosa y cálida voz de la soprano Raquel Andueza te conmueva con un poema medieval sobre la virgen, el “Stabat Mater” de Giovanni Felices Sances.
Y eso sin haber hablado de esos momentos del concierto en los que pudo parecer que estábamos en un vibrante espectáculo de jazz.
Las improvisaciones eran parte intrínseca de la interpretación musical en la época de Monteverdi, pero las monumentales complejidades románticas acabaron por desterrar estos modos de la música culta.
L’Arpeggiata apuesta por recuperar este elemento perdido, y dio buena cuenta de esta voluntad en este concierto, en el que partiendo de temas tradicionales italinos, como “La Tarantella napolitana” los instrumentistas deslumbraron con rondas de solos al más puro estilo de New Orleans: Veronika Skuplik con su violín, Doron Sherwin y las fascinante corneta barroca, Marcello Vitale a la guitarra, o el percusionista David Mayoral: sencillamente espectacular.
Satisfacción plena con este concierto inaugural que nos ha dejado ansiosos ante las tres semanas de música que nos aguardan.
El listón se ha colocado muy alto con este inicio, pero algo me dice que el listón está dónde debe de estar, y que este FeMÀS, tan fiel a la Música Antigua como mestizo, como lo prueba presencias como la del músico Uri Caine, va a deparar muchos más placeres y sorpresas.
Escrito por José María Maesa
Fuente: elclubexpress.com
Pues a mi me gusta oír un «encorsetado» y «distante» GUSTAV LEONHARDT o un HOPKINSON SMITH solo con su pequeña vihuela o un JORDI SAVALL blandiendo su arco sobre su viola mientras hace sonar un melancólico Tobias Hume.
No nos engañemos con espejismos y fuegos de artificio. Aquí de lo que se trata es de creer y sentir profundamente lo que se hace, con honestidad. Lo demás viene solo (incluída conexión con el público).
Saludos,
Alfred Fernández