Mara Aranda, directora del Centro Internacional de la Música Medieval (CIMM): “con el Festival Internacional Medieval estamos creando una forma de entender una antigua realidad, que tenía sus coordenadas en aspectos universales, y que se han perdido”

Mara Aranda, directora del Centro Internacional de la Música Medieval (CIMM): “con el Festival Internacional Medieval estamos creando una forma de entender una antigua realidad, que tenía sus coordenadas en aspectos universales, y que se han perdido”

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Mara Aranda es investigadora e intérprete de repertorios históricos, centrada especialmente en el romancero y cancionero sefardí, y el corpus de las músicas de trovadores y trobairitz, y lleva tres décadas actuando en los principales escenarios de Europa.

No obstante, desde hace unos años compagina su actividad artística con la dirección del Centro Internacional de la Música Medieval (CIMM), un centro de estudios y proyecto educativo -en colaboración con la Mancomunitat de la Valldigna y respaldado por la Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana-, que cuenta para llevar a cabo su actividad con los exponentes internacionales más reconocidos en el ámbito de las músicas que van desde el siglo V al XV, los cuales con su capacitación y destreza transmiten un modelo de hacer y sentir, pensar y actuar, acorde con  los principios de la música medieval, que es la base y los cimientos de todas las músicas posteriores hasta la actualidad, y también los instrumentos con los que se interpretan.

Una de las principales líneas de trabajo que lleva a cabo el CIMM es la celebración del Festival Internacional Medieval para público Infantil y Familiar (FIMIF), un evento pionero, y único en su especie, que pretende acercar a los más pequeños distintos aspectos de la cultura y la vida cotidiana en la Edad Media, todo ello a través de actividades llevadas a cabo en familia.

Este año se ha celebrado la tercera edición del festival, los días 9, 10 y 11 de septiembre, que ha contado con una importante afluencia de público.

¿Cómo valoras el resultado de la tercera edición del FIMIF?

Es un rotundo éxito, sin precedentes en la Comunidad Valenciana, que haya conseguido arraigar un festival tan particular, en principio está dirigido a minorías.

La música de la Edad Media ha sido siempre la gran desconocida de aquellas que componen la llamada Música Antigua.

El medievo es un periodo donde encontramos músicas, cultas, que se escribían y cantaban principalmente en los monasterios, así como mucha producción popular. Además de ser la gran desconocida de las músicas, muchos intérpretes se han acercado a ella interpretándola de cualquier manera, sin ningún tipo de estudio al respecto, por supuesto, sin ningún rigor historicista, con cualquier tipo de instrumentos, dando lugar a combinaciones poco afortunadas.

Y no entro en el terreno de la crítica estéril, sino que lo que quiero poner en valor es el mimo, el cuido, que hay en otros proyectos que se hacen desde otra perspectiva menos mercantilista, que buscan un beneficio a corto plazo.

Grupos que ven que algún tipo de música está de moda y de repente están ya montando un programa con lo que tienen a mano, sin indagar más ni verse más comprometidos.

Generalmente, son músicos o formaciones que funcionan de manera muy mercantilista. Ya no me refiero a algo completamente circunspecto, ni de corbata y traje de chaqueta, sino que realmente se han interpretado las canciones y el repertorio sefardí desde una perspectiva verdaderamente desafortunada y que desacredita todo el trabajo de cientos de años.

La Edad Media comprende más de mil años y se han dado movimientos realmente importantes, así que todo eso es lo que quedado reflejado, como en anteriores ediciones del FIMIF, en esta tercera, que creo que se articula ya como un evento que ha venido para quedarse, y es un orgullo poder decir que se ha gestado en nuestro territorio, la Comunidad Valenciana, a donde llega gente no solamente del resto de España, sino que acude gente de fuera de nuestras fronteras.

¿A qué público ha estado dirigido?

El FIMIF es un festival multidisciplinar, en él hemos podido encontrar en estas ediciones no solamente espectáculos de teatro, marionetas, música, títeres, sino que también se acompaña por una nutrida representación de talleres de cualquier tipo: pintura, arquitectura, cocina, modelaje, corte y confección, que hacen que el público receptor pueda vivenciar, experimentar a través de los sentidos, de la manera más aproximada posible, el sentir, pensar y vivir de las mujeres y hombres en el ámbito de la Edad Media.

El festival se dirige a un público eminentemente familiar.

No es una guardería, no es un almacén de niños; se trata de reinstaurar una relación bastante corrompida en muchos aspectos, o desvencijada, e incluso en algunos casos con bastante inconsciencia avenida, porque vivimos en una sociedad que obliga a dejar apenas hueco al espacio de convivencia familiar, y éste de ínfima calidad, en muchas ocasiones.

El caso de que ambos progenitores trabajan en una familia, por ejemplo, llegan cansados a casa y apenas tienen tiempo, y ganas, para compartir con sus hijos e hijas otras actividades que no sean las puramente supervivenciales: alimentación, higiene y poco más.

Ese público al que dirigimos estas actividades va a poder construir un universo, aunque sea brevemente, donde los niños y niñas sienten que pueden contar con sus padres en otras actividades que, por falta de tiempo, dejan en manos de profesores, actividades extraescolares, amigos, etcétera.

Padres y madres son invitados a realizar las actividades junto con ellos, y se convierte en una experiencia muy enriquecedora para ambas partes, porque generalmente es difícil que lo hagan, y más en el contexto, como digo, de unas actividades que están relacionadas con parcelas muy desconocidas del Medievo, como son la construcción de un herbario, el trabajo con el arte a través del color, de dónde se obtienen los pigmentos, formas de pintura, los diferentes tipos sobre tabla, el temple… actividades que aportan conocimiento sobre técnicas y pensamientos que incluso en la Edad Moderna, no han sido superadas o siguen siendo un referente.

¿Qué buscáis con la celebración de este festival? ¿Cuál es el objetivo que perseguís?

El hecho de plantear nuevas alternativas que son viejas alternativas.

Es recuperar la memoria de algo que hemos olvidado, que hemos perdido, y que, los que tenemos cierta edad recordamos.

Los padres nos ayudaban en nuestros deberes, pero también jugaban con nosotros, nos divertíamos juntos y disfrutábamos con aquellas actividades lúdicas.

En mi época, por ejemplo, la televisión empezó a tener su auge, y ha sido un in crescendo tan rápido, tan brutal, que todo el tiempo de ocio lo ha engullido el tema mediático o de entertainment, el circuito de máquinas, nintendos, PS3, gafas de realidad virtual… está claro que los menores deben tener ese espacio, como lo está el hecho de que nuestro deber en el ejercicio de la paternidad o maternidad responsable, pasa por participar en la educación de esos hijos que serán los futuros gobernantes de este país, y de nuestros propios destinos en un futuro que ahora mismo se está configurando a través de la creación de sus diferentes personalidades, que son una suma de valores y otros componentes como el hecho del conocimiento o desconocimiento de la tradición cultural de la que provienen, y de otras de las que pueden obtener muchísima información que, ciertamente, los capacitará intelectual, emocional, cultural y éticamente.

Urge tomar conciencia de que tenemos que apartar otros quehaceres para encontrar el espacio necesario que posibilite ese encuentro, un encuentro buscado, un encuentro diario de reunión, de comunicación, no hace falta que sea específicamente lúdico, también de diálogo, algo que se está diluyendo a una velocidad de impacto con la consecuente desestructuración y una pérdida de vínculos, en incluso roles, preocupante.

Los padres ya no saben si son padres, son amigos, muchas veces los hijos ejercen incluso de padres de los propios padres porque les presionan, les dirigen para conseguir sus objetivos.

Con este tiempo compartido en el FIMIF aportamos nuestro granito de arena en propiciar la reconexión, el recuperar el rol que pertenece a cada uno, y ese espacio intocable que es el del vínculo de ese clan, de esa familia, de esa unidad.

Ese es el objetivo del festival: el recuerdo, el revivir esos momentos, que muchos de los participantes del festival han vivido, pero que por comodidad, generalmente, van olvidando, van dejando que se desvanezcan en un limbo y la sociedad no se construye sola, la sociedad está conformada por individuos con responsabilidad, compromiso y un enfoque decidido a ser cadena de transmisión de unos valores, de probada efectividad, cuya prueba es que han sobrevivido hasta nuestros días.

Más allá de los aspectos del imaginario colectivo, como los castillos y los caballeros, ¿habéis detectado en las familias asistentes un interés por aprender sobre temas más “cotidianos” de la Edad Media?

En realidad, no hay un precedente en todo el Estado español de un festival familiar dedicado íntegramente a ese periodo que va desde el siglo V al XV, el Medievo, por tanto, no hay una exigencia, porque no ha habido una educación previa en ese sentido respecto a un público ya fidelizado y otro potencial.

Estamos creando una forma de entender una antigua “realidad”, que tenía aspectos interesantes y útiles, y que se han perdido sustituidos por cosas que aparentemente son más rápidas, son más efectivas.

Pero si enfocamos bien, si miramos con el microscopio o la lupa, vemos que en las pirámides se encuentran frescos que han sobrevivido miles de años.

Todo esto en una sociedad que cada vez se basa más en generar basura que no sabemos dónde vamos a acabar metiendo.

Hay que volver a replantearse muchas cosas. Los talleres han estado dirigidos a ese rescate, auténtico rescate, no sólo de técnicas, medios y recursos, sino de formas de ver la realidad y el vivir del día a día, para poder seguir viviendo en armonía con el entorno, con la naturaleza, y no ser sus verdugos.

El festival muestra la realidad del Medievo en sus 360º.

¿Cuál ha sido la reacción de los más pequeños ante esta inmersión en la Edad Media?

Los más pequeños son hojas en blanco.

Los adultos escribimos historias sobre ellas, muchas veces son historias inconclusas, inconexas, incoherentes… Historias que no son sino reflejo de la propia identidad, proyecciones de nuestra propia historia personal, que ya viene truncada por los que nos precedieron, nuestros padres, de generación en generación, habiendo perdido paulatinamente valores.

Ellos reciben con el máximo entusiasmo todas las actividades, son nuevas y excitan su insaciable curiosidad, un niño sano es un niño curioso, que se hace preguntas y que está ávido de respuestas.

En los talleres especialmente se encuentran no solamente con monitores que les explican, les ayudan, los acompañan y guían, sino con sus padres.

Se convierten, por un momento, en iguales, alumnos de una misma asignatura.

Y esto les hace identificarse, y crear un vínculo diferente.

Los padres ayudan porque tienen más experiencia, pero se produce una reacción química absolutamente emocionante.

Los más pequeños salen con los ojillos más brillantes y sus acompañantes, mayores, con las mejillas sonrosadas.

Con la intención adecuada estos trabajos realizados son auténticos laboratorios de experiencia, e incluso, de sanación.

¿Cuál de las distintas actividades que han tenido lugar durante el fin de semana ha tenido más éxito entre el público?

Todas las actividades han tenido un lleno absoluto en esta tercera edición. Hemos tenido participantes de las comarcas aledañas y también de las poblaciones de la Mancomunidad de la Valldigna, que son Benifairó, Simat y Barx.

Cada una de ellas ha sido especial por un motivo.

Hemos seguido inaugurando el festival con la colaboración de uno de los colegios de primaria de las localidades de la mancomunidad, y este año ha sido la del CEIP Jaume II el Just de Benifairó.

Los intérpretes internacionales de Siria, Argentina, Italia, Marruecos y también de España, han realizado ensayos previos con el alumnado de los últimos cursos de primaria, para articular el espectáculo expresamente concebido para presentarse en el festival, titulado El secret de la reina mora, en los cuales se han visto involucrados tanto estos como los profesores de música del centro.

Ha sido un auténtico éxito de asistencia de público y para el alumnado una oportunidad única de experimentar el trabajo en equipo con un grupo profesional.

También el sábado los conciertos y talleres del grupo Mayalde llenaron completamente el monasterio de santa María de la Valldigna para participar tanto en el taller de panaderas y percusiones tradicionales, como para asistir al concierto que daban los cuatro componentes, dando no solamente un ejemplo de la importancia de la oralidad en la transmisión de la tradición, sino que además son una de esas formas ejemplares de mostrar ese vínculo con la tradición, porque los cuatro son familia, padres e hijos, que se reúnen en torno a una actividad lúdica, y también en este caso, muy pedagógica. Como digo, ejemplar.

Luego han estado los talleres de construcción de un herbario, y de pintura al temple al huevo, para conocer las antiguas técnicas pictóricas.

Uno de los días ha sido sobre tabla y otro sobre lienzo. Han disfrutado muchísimo; les ha faltado medio día a los niños, no querían marcharse al acabar la actividad.

Por último, el domingo hemos tenido Teobaldo el juglar, que, como no podía ser de otra manera, refleja las andanzas de uno de los auténticos intérpretes junto con los trovadores de la Edad Media, transmisores de todo ese legado, ese acervo musical, sobre todo de la música tradicional y popular.

¿Qué aspectos del FIMIF impulsarías de cara a la cuarta edición de 2023?

Estamos creando un grupo de voluntariado.

La afluencia de asistentes ha sido tan grande que ha desbordado nuestras previsiones, y necesitamos un equipo que ya se está creando.

Al acabar esta edición se planteó, junto con personas que han visto la importancia de un proyecto de estas características en nuestro territorio, fidelizadas a las actividades que se realizan y muy proactivas, el crear un grupo de voluntariado que dé respuesta a las necesidades de un festival de estas características.

¿Cómo se presenta la programación de otoño del CIMM?

La programación del CIMM para el otoño se presenta en la misma línea que hemos tenido hasta el momento. Octubre, noviembre y diciembre van a ser meses donde vamos a tener invitados excepcionales, y, además, para cerrar el año tendremos la actuación del profesor Juan Carlos Asensio, que es probablemente una de las personas en este momento en Europa -quizá en el mundo- con un mayor conocimiento sobre la teoría de las músicas en el Medievo.

Él es profesor del Centro Internacional de la Música Medieval (CIMM) por segundo año consecutivo para 2022-2023 de cantos litúrgicos latinos.

Es el maestro de todos los maestros que tenemos en este momento, o de la mayoría de ellos, en el CIMM.

Por tanto, no solo estamos muy orgullosos de recibir a Schola Cantorum, que es el grupo que dirige, sino que además va a impartir un taller vocal específicamente dirigido a todos aquellos que quieren inmiscuirse, bien como practicantes, como personas que van a cantar, bien como oyentes, para aquellos que quieren estar escuchando todo aquello que una persona como él va a aportar para los que, aun haciendo repertorios diferentes, pueden extraer una información de primera mano de una de las personas más preparadas de Europa, pudiéndolo incorporar a los repertorios que interpretan.

Va a dar muchos recursos vocales para todos aquellos que, practicando otros estilos tienen en común mucho con esas músicas del Medioevo.

Pensemos que todos los estilos que en la actualidad se practican vienen de estilos anteriores, de la Edad Media.

Por tanto, animo a todos a que sigan asistiendo a estos encuentros el primer sábado de cada mes, a las siete en punto, sin demora, y especialmente para el último concierto, que cierra el año, de Juan Carlos Asensio y Schola Cantorum.

Para 2023 todavía estamos configurando el cartel.

Como siempre, haremos rueda de prensa antes de acabar el año, y en enero, el primer sábado, tendremos ya un concierto.

Hablando ahora de tu carrera como artista, recientemente has actuado en la Universidad de Leeds, en Inglaterra, en la St. Ann’s Church de Manchester, en el Odegad Festival, en Gante, y en Budapest, invitada por la Embajada de España en Hungría. Cuéntanos cómo han surgido estos conciertos y qué tal ha resultado la experiencia.

Este verano ha sido especialmente fructífero en mis más de 30 años de carrera, puesto que se han confabulado ciertas invitaciones a conciertos que han sido realmente importantes. Por un lado, el Instituto Cervantes nos ha invitado a colaborar en el mayor congreso internacional de medievalistas que se celebra todos los años en Leeds, en el Reino Unido, y, posteriormente, también actuábamos en la iglesia de St. Ann’s en Manchester.

Después de esto, también hemos estado, invitados por el Festival Internacional Judío y la Embajada de España en Hungría, ofreciendo un concierto en Budapest, en la sinagoga de la calle Rumbach.

También hemos estado en Gante, Bélgica, en la St. James Church presentando el proyecto ‘Diáspora’.

Es posible compatibilizar todo este gran trabajo con el Centro Internacional de la Música Medieval gracias a que hay un equipo realmente coordinado y potente que está apoyando y apostando por crear un ecosistema donde integrar todos los centros que imparten asignaturas relativas a las músicas de la Edad Media, poniendo en contacto a constructores de instrumentos con el alumnado que los necesita para interpretar estas músicas, profesorado que forme a futuros intérpretes, y generando una red de espacios que den cabida a estas propuestas musicales.

Por un lado, está la parte de la mancomunidad, y también gracias a los alcaldes de las diferentes localidades de la mancomunidad: Joseph Antoni Alberola, alcalde de Benifairó, Víctor Mansanet, alcalde de Simat, y también Miguel Donet del Ayuntamiento de Barx que entendieron, desde el primer momento, la propuesta y depositaron en ella su confianza conscientes de que era una inversión en la difusión del territorio, y una puesta en valor de su patrimonio y un incentivo para la creación de empleo y activación del turismo.

Sin ellos, su coordinación, consenso y apuesta por esta iniciativa, no hubiera sido jamás posible.

Y, por supuesto, con la indispensable colaboración de la Consellería de Cultura valenciana, sin la cual no podríamos haber puesto en marcha todo este gran proyecto, que ya está representado, no solamente en las redes culturales europeas a través de REMA (Red Europea de Música Antigua), sino en más de 15 países a través de la realización conjunta de jornadas, cursos, conferencias, exposiciones de instrumentos, etc.

Por último, ¿qué proyectos musicales tienes en perspectiva a medio plazo?

A corto plazo, de momento estoy inmersa en la realización de la tercera parte de la pentalogía sonora dedicada a las principales geografías de la diáspora sefardí, Sefarad en el corazón de Grecia. Por fin después de la pandemia, puesto a que contamos con colaboradores griegos, sirios, marroquíes, portugueses, españoles, de Argentina, Italia…

Está siendo, tras estos dos años de situación excepcional, un bálsamo para el espíritu creativo el hecho de poder reunirnos para seguir generando, seguir proyectando ese vínculo, o esa inspiración con la creatividad, que tanto hemos echado de menos y que no puede compararse con el trabajo individual.

La parte más orgánica de este proceso estaba ausente, la complicidad, para la cual se necesitan al menos dos componentes: uno mismo y el otro, que hace converger a todos los músicos en un mismo punto, en el mismo momento; es difícil que pueda ser suplido con cualquier engendro mecánico, cualquier experiencia.

Es un trabajo duro, porque muchas veces ni los propios sefardíes conocen su propia tradición musical y te ves teniendo que abrir, a golpe de machete, caminos para que lleguen a las voces de sus propios ancestros que fueron los que dejaron en las grabaciones documentales que hicieron etnomusicólogos, a partir del siglo XX principalmente, a los abuelos y abuelas que quedaban vivos y que recordaban aquellos cuentos, refranes, trabalenguas, canciones o cancioncillas, que son la fuente y referencia para los discos de esta serie.

Es un repertorio, y lo sé, para minorías. Pero las minorías están compuestas por millones de personas.

Y por eso, aunque me sangren las manos, seguiré desbrozando, segura de mis palabras, confirmadas no solo por mi sentir, sino porque precisamente los dos discos anteriores de esta colección, Sefarad en el corazón de Marruecos y Sefarad en el corazón de Turquía, fueron ambos, en sus respectivos años de lanzamiento, galardonados como mejor disco europeo del año en la Transglobal World Music Chart List-TWMC, una lista formada por directores de programas radiofónicos de todo el mundo.

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