Y sin embargo, no se conoce nada de su música…
Francisco de Salinas (Burgos, 1513 – Salamanca, 1590), fue un célebre músico, compositor y humanista español.
Perdió la vista a edad temprana.
Estudió humanidades, canto y órgano en la Universidad de Salamanca.
Vivió en Roma durante 23 años. En la Corte de Nápoles trabó amistad con su colega toledano Diego Ortiz, Maestro de Capilla de la misma.
Vuelve a España en 1561, y consigue cátedra en la Universidad de Salamanca, donde conoce a Fray Luis de León, catedrático también de ésta.
De la admiración de éste por aquél, queda constancia en esta Oda a Salinas, escrita en 1577.
Publicó «De Musica libri septem» en Salamanca, en 1577.
De este maestro dijo Vicente Espinel, que era «el más docto varón en música especulativa que ha conocido la antigüedad». Y sin embargo, no se conoce nada de su música.
Esta es la Oda a Salinas, catedrático de Música de la Universidad de Salamanca.
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
Fray Luís de León
ESCRITO POR Luisa D. Camacho (http://rsonarefibris.blogspot.com.es)
Interesante personaje, buscaré su música.
Gracias por darle a conocer.
Un saludo
Muy interesante!