La conexión divina de un laudista
La vida de Hopkinson Smith ha sido una de búsqueda de un sonido propio, de una identidad.
Este estadounidense, especializado en música antigua, empezó a buscar su voz en el piano, luego en instrumentos como el banjo y la guitarra.
Hasta que encontró el laúd.
“Ha sido un largo proceso de buscar con las manos, con el intelecto, con el oído.
Uno empieza con un repertorio conocido y luego hace el suyo, después de mucho tiempo de buscar sonido y profundidad”, explica el laudista estadounidense.
Además de su carrera como solista, en un repertorio que viaja por los compositores antiguos del siglo XVI y XVII, con amplia dedicación a las suites de Bach, Smith es reconocido por formar parte de Hespèrion XXI, el célebre conjunto de música antigua, junto Montserrat Figueras, Lorenzo Alpert y su director, Jordi Savall.
Cuando Smith encontró el sonido del laúd, “descubrí una zona interior de sensibilidad humana que es única, me habló directamente al corazón.
Pienso que es el instrumento más lindo y sigo buscando nuevos repertorios, porque tengo espíritu de descubrimiento”, dice el músico.
Sin embargo, o quizás precisamente por eso, su búsqueda constante no lo ha llevado a cambiar de estilo.
“El sonido no es de comodidad, sino de sensibilidad, que se debe seguir desarrollando, así como el tacto de los dedos y el contacto con el instrumento, que siempre se están regenerando”, afirma.
Así, para Smith es importante la relación física con el instrumento, el momento y la forma en que sus yemas acarician las cuerdas de su laúd, pues “siento que todo es posible.
Hay veces que expresas que estás enojado y debes mantener el dominio del instrumento para mostrar su violencia”, revela.
“Otras, estás en camino al cielo. Hay mil sensaciones y el laúd no es menos expresivo que el violín o la voz humana”, añade el artista, de 70 años.
Al hablar de Savall, su rostro se ilumina: “Hemos trabajado íntimamente durante más de diez años y justo fue en mis primeros años en Europa.
Trabajar con él me abrió muchos horizontes.
Tiene una musicalidad y una nobleza de expresión únicas. Con Hespèrion hemos visitado nuevos y viejos repertorios y hemos llegado a momentos creativos incomparables”, recuerda.
Para encontrar inspiración para su creación, Smith recurre a una presencia divina.
“Para la música que yo hago es imprescindible estar conectado con el más allá”, concluye.
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