¡Bienvenidos, sufrimientos!
Cuando pienso en compositores de música sacra, inmediatamente surgen tres apellidos: Palestrina, Victoria y Bach.
Los dos primeros, cumbres del Renacimiento, cultivaron una música exclusivamente destinada al rito católico y profundamente imbuida del espíritu de la Contrarreforma, mientras que Bach, luterano ortodoxo, supo adaptarse tanto a las exigencias del más ferviente pietismo como a las del catolicismo, para el que compuso algunas de sus más célebres composiciones como la ‘Misa en Si menor’.
El hecho de que Bach se expresase en una estética barroca, practicase la música profana y que fuese un consumado maestro en la composición instrumental hace que sus creaciones sacras resulten más humanas y apasionadas sin por ello perder un ápice de misterio y misticismo.
Y dicho esto creo que es fácil adivinar mi preferencia por Johann Sebastian Bach como compositor de música sacra.
Con estos antecedentes y sabiendo que el cuarto concierto de la Semana de Música Sacra de Segovia era un monográfico de Bach con arias de cantatas y música de cámara en manos de Hippocampus, un grupo de reconocido prestigio internacional especializado en la interpretación de música barroca, no es de extrañar que desde hace semanas la fecha estuviese especialmente marcada en mi agenda.
Y las expectativas no se vieron defraudadas. Sin duda que el concierto fue sublime por la selección de obras, por la interpretación y por el respeto y silencio del público que favoreció las condiciones para la grabación de audio y vídeo realizada para su difusión en Internet.
Las interpretaciones camerísticas fueron de una gran claridad, muy bien balanceadas en presencia instrumental, preciosas en el aspecto tímbrico, estilizadas en el fraseo y bien diferenciadas en carácter, más impulsivas y fantasiosas las protagonizadas por el violín y contenidas las destinadas a la viola da gamba.
Las mismas prestaciones pudieron disfrutarse en las arias de cantatas donde los instrumentos colaboraron con la límpida, bien articulada y expresiva voz de la soprano Rachel Elliott para obrar prodigios interpretativos como los conseguidos en ‘Hochster, mache deme Güt’e de la cantata BWV 51 (una de las más bellas y mejor construidas melodías de la producción bachiana) o ‘Bereite dir, Jesu’ de BWV 147 con su continuo fluir de tresillos.
Para agradecer los aplausos Hippocampus nos regaló el aria de soprano de la cantata BWV 58 que puede ser traducido como ‘Soy feliz con mis sufrimientos’.
Si los sufrimientos han de ser conciertos como éste, bienvenidos sean los sufrimientos.
LUIS HIDALGO | ElNorteDeCastilla
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