El maestro Joaquín Lázaro y la capilla musical de la catedral de Oviedo en el siglo XVIII

El maestro Joaquín Lázaro y la capilla musical de la catedral de Oviedo en el siglo XVIII

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Sancta Ovetensis
Forma Antiqua

La catedral de Oviedo conoció un singular esplendor musical durante el siglo XVIII. Aunque la música siempre había tenido una presencia importante en el templo, a partir del siglo XVII queda reflejado en las Actas Capitulares un aumento de la actividad en este campo, y, en paralelo, un incremento en el número de partituras conservado allí, que llega a resultar abrumador en el siglo siguiente. Otros hitos que impulsan este siglo de oro de la capilla ovetense son, por una parte, la fundación del Colegio San José por el arcediano Pedro Díaz de Oseja, que la nutriría de niños cantores, y, por otra, la dotación de dos nuevos órganos para la catedral – a sumarse a los dos preexistentes- en 1749 y 1751, respectivamente. Pero a menudo se asocia el brillo de las capillas catedralicias con la grandeza de los maestros que las dirigieron y la obra que en ellas compusieron. En este sentido, el ensemble asturiano Forma Antiqua ha querido reflejar en su nueva grabación discográfica, Sancta Ovetensis, la riqueza contenida en los archivos del cabildo a través de la obra de Joaquín Lázaro, que fue maestro de capilla entre 1781 y 1786.

Lázaro, a pesar de ejercer brevemente la dirección musical de la capilla, pues murió cuando solo llevaba cinco años en el cargo, dejó una sólida huella musical en el Archivo Capitular de la ciudad, y su obra fue sin duda apreciada, dado que algunas de sus composiciones siguieron sonando entre los muros de la catedral hasta principios del siglo XX. Oviedo alberga alrededor de cien obras del compositor, parte en latín y parte en romance, entre recitados, arias y villancicos, además de un oratorio, distribuidas en ocho legajos del archivo. En uno de los libros del facistol hay cuatro piezas suyas más: Stabat Mater, Pange lingua, Sacris Solemniis, y Verbum Supernum.

Se trata del primer disco que publica la formación de los hermanos Zapico desde el lanzamiento en 2020 del volumen dedicado a las sinfonías del violinista Vicente Baset. Para este proyecto, Forma Antiqua ha contado con la voz de la soprano Jone Martínez, y con el violinista Jorge Jiménez. El repertorio está compuesto por obras de Joaquín Lázaro, excepto un concierto para violín en Sol Mayor y dos temas instrumentales de procesión, todos procedentes de los fondos documentales del Cabildo.

Inmaculada Quintanal (La música en la catedral de Oviedo en el siglo XVIII, 1983) explica que, para el musicólogo, la música de la catedral ovetense empieza, de facto, en el siglo XVIII, puesto que hay muy pocas obras conservadas de épocas anteriores. El firme crecimiento de la actividad musical de la catedral de Oviedo durante dicho siglo no es ajeno al largo magisterio de Enrique Villaverde, cincuenta años nada más y nada menos, entre 1724 y 1774, que aportó una estabilidad necesaria para formar un conjunto de cantantes e instrumentistas de gran calidad. Le sucedió en el cargo Pedro Furió, entre 1775 y 1780, y después de este, la figura que nos ocupa, el maestro Lázaro.

Joaquín Lázaro nació en la localidad turolense de Aliaga en 1645, y recibió formación musical como infantico en el Pilar de Zaragoza. En 1771 es nombrado maestro de capilla y racionero del Pilar, y se ordena sacerdote. Sin embargo, su frágil estado de salud le lleva a abandonar el cargo y asumir el magisterio de la capilla de la catedral de Mondoñedo, buscando un puesto más tranquilo y que demandase menos trabajo. En enero de 1781 se presenta a la plaza vacante para el mismo cargo en la catedral de Oviedo y la obtiene, ejerciendo hasta su muerte, el 13 de septiembre de 1786. De este breve periodo data su producción musical, que los expertos sitúan a caballo entre el Barroco y el Clasicismo, lo que indica, a juicio de Emilio Casares, que “o bien conocía las tendencias de otros países europeos, o simplemente había llegado a ellas por el desarrollo lógico de su creatividad” (Maestros de capilla de la catedral de Oviedo. Siglo XVIII. Monumentos históricos de la música española). El musicólogo Baltasar Saldoni describió alguna de sus obras como “de un gusto admirable”.

Forma Antiqua ha seleccionado seis arias para tiple de la producción de Joaquín Lazaro, como forma de dar a conocer toda la grandeza de su obra. Cuatro de ellas tienen temática navideña: Noche preciosa, clara y divina, Reparad qué luz clara y peregrina, Del risco se despeña y Dios mío calla. Las dos restantes, A Eulalia dichosa y Encendida en vivo fuego, están dedicadas a Santa Eulalia, patrona de Asturias, cuya festividad era bien celebrada por el Cabildo.

El resto de los temas incluidos en el disco son piezas instrumentales de autoría anónima. Aunque se sabe que Lázaro tuvo una importante producción instrumental, no ha sido identificada ninguna obra suya entre las que figuran en el archivo catedralicio. No obstante, Forma Antiqua ha grabado dos cortes de música de procesión para violines, oboes, trompas y continuo, que nos da una idea de la pompa y la solemnidad que adquirían las celebraciones religiosas del templo, y, también, un concierto en Sol Mayor, para violín solista, violines y continuo, que es testimonio de que también las obras profanas tenían cabida en el ámbito de la catedral.

Sancta Ovetensis es un excelente trabajo de recuperación y difusión de la música que sonaba en la catedral de Oviedo a finales de la época barroca, y también un vehículo para dar a conocer al gran público el valor de la obra de Joaquín Lázaro, uno de los muchos nombres injustamente olvidados que jalonan la historia de la música española.

 

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