Sebastián Raval, el español arrogante de la música renacentista italiana
Raval: Ricercari & Canzonette
La violondrina
Brilliant Classics
No me canso de repetir el buen momento que vive la música antigua en la actualidad. Cada vez hay más solistas y formaciones saliendo de la zona de confort -por utilizar una frase de moda en la literatura de autoayuda- de los repertorios más trillados y acometiendo la recuperación de compositores y programas más desconocidos por haber quedado en un segundo plano en la historia de la música. En el caso de España, todo este proceso está devolviendo el esplendor a nuestro pasado musical, que, por alguna razón, es mayormente desconocido por el gran público con la excepción de nombres como Antonio de Cabezón o Tomás Luis de Victoria. En esta ocasión merece la pena hablar aquí del disco que la gambista María Saturno y su formación La violondrina han dedicado a la obra del cartagenero Sebastián Raval, un compositor renacentista cuyo nombre cayó en el olvido, en gran medida por una injustificada leyenda negra que se le atribuyó en el siglo XIX.
El caso es que Raval es recordado principalmente por dos “desafíos” musicales que sostuvo con compositores italianos: en Roma, hacia 1593, con Giovanni Maria Nanino y Francesco Soriano, y en Palermo, en 1600, con Achille Falcone. En el primer caso, originó la contienda la afirmación de nuestro hombre de ser “el mejor músico del mundo”. Esto le valió una fama de arrogante con la que ha pasado a la posteridad. Sin embargo, Sebastián Raval fue mucho más que eso; como soldado de los Tercios, y posteriormente como Caballero Hospitalario tras tomar los hábitos, tuvo una vida digna del mejor guión cinematográfico; como compositor dejó una obra que, si bien no es extensa, resulta francamente interesante, tanto su parte sacra como la profana, y, además, se codeó con lo más granado del panorama musical italiano, nombres como Emilio de Cavalieri y Carlos Gesualdo entre otros, a los que cita en el prólogo de su primer libro de madrigales de 1593.
María Saturno ha realizado una selección bastante equilibrada entre las canzonette, procedentes del único libro que dedicó a este género publicado en Venecia en 1593, y los ricercari, publicados en Palermo en 1596. De esta forma, el disco nos presenta la habilidad del compositor para escribir música vocal enfrentada a su capacidad para crear piezas instrumentales. Un panorama bastante completo de la obra profana de Raval teniendo en cuenta que tan solo se compone de los dos libros citados más dos volúmenes de madrigales y un tercero que se perdió. Saturno dirige y toca la viola da gamba en la grabación, y es acompañada por las violas de Xurxo Varela y María Barajas, y por Jorge López-Escribano en el órgano. Las canzonette son interpretadas por la mezzosoprano Victoria Cassano.
La obra de Sebastián Raval ha llegado a nuestros días con fama de presentar una baja calidad y un escaso interés incluso en su momento, pero esta visión injusta procede de la crítica decimonónica, como indica con acierto Esperanza Rodríguez-García en su muy documentado artículo Sebastián Raval (†1604) and «Spanish arrogance»: how the reputation of a sixteenth-century composer was destroyed. Como explica la autora, no está tan claro que Raval perdiera los dos desafíos musicales aludidos, y, en cualquier caso, el origen de su mala fama se podía deber a su arrogancia -se había proclamado el mejor compositor del momento-, y al hecho de que era un español entre italianos. Sobre lo primero, no sería de extrañar que habiendo sido militar en Flandes tuviese una personalidad algo bravucona. Dejó las armas y tomó los hábitos al resultar gravemente herido en el sitio de Maastricht, pues, al parecer, recibió tres impactos de proyectil de arcabuz en el brazo, el muslo y el pie, respectivamente. Y sobre su españolidad, que podía chocar con la italianidad, sólo hay que recordar que desarrolló toda su carrera como músico en Italia.
Esperanza Rodríguez-García defiende con testimonios el éxito que conoció el trabajo de Raval durante los siglos siguientes a su muerte. Así, uno de sus motetes fue republicado en 1609 por Pierre Phalèse en una recopilación de los “más celebrados músicos de nuestro tiempo”, mientras que en 1611 Agostino Pisa le describe como el “más celebrado Sebastián Raval” en su obra Breve dichiaratione della battuta musicale. Por otro lado, uno de sus madrigales fue readaptado por Pietro Maria Marsolo y publicado en su Secondo libri de’ madrigali de 1614. Ya en el siglo XVIII se hace referencia a su música en la Guida armonica de Ottavio Pitoni, y, en 1711, el teórico Andrea Adami da Bolsena le describe como un “gran contrapuntista”.
La nefasta opinión sobre Raval que ha llegado a nosotros se origina en 1828, cuando el musicólogo Giuseppe Baini le califica como un pésimo compositor y como persona retorcida. De alguna forma, esta opinión condiciona su imagen para la posteridad. Resumiendo la cuestión, para Rodríguez-García el problema es que Baini sitúa la cumbre de la música sacra en Palestrina y en sus seguidores, la Scuola Romana, y niega cualquier virtud al respecto a los no romanos, como es el caso de Raval.
El programa del disco va alternando distintas canzonette y ricecari. La canzonetta es una composición vocal renacentista que, junto con la canzone y la villanella, desciende de la villanesca napolitana; son considerados géneros ligeros en contraposición con el madrigal. El ricercare es una pieza instrumental nacida en el siglo XVI, pero cuya popularidad sobrevivió en los siglos posteriores.
El magnífico trabajo de María Saturno y La violondrina ofrece una oportunidad excelente para conocer la obra profana de Sebastián Raval y para dejarse llevar por las texturas etéreas y preciosistas de sus melodías.
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