Un personaje que bien merece que su tierra lo siga reivindicando
La Semana de Música Antigua Antonio de Cabezón se reinventó hace tres años y el cambio parece que le ha sentado bien.
El reconvertido en Festival de Música despliega su tercera edición entre el 5 y el 26 de septiembre.
Y lo hace más viajero que nunca.
Los cinco conciertos y una conferencia del programa, aprobado ayer en el consejo del Instituto Municipal de Cultura, llevarán al público a sendos escenarios de la capital.
Arrancará el periplo en la iglesia del Monasterio de Las Huelgas (martes 5 de septiembre).
Imponente marco en el que volverá a sonar la formación de canto gregoriano Schola Antiqua, que ya dio un concierto hace tres años en este mismo lugar dentro del Festival Las Huelgas Medieval.
El coro, dirigido por Juan Carlos Asensio, acompañado al órgano por el burgalés Diego Crespo, interpretará piezas del propio archivo de la abadía cisterciense y del compositor de Castrillo Mota de Judíos que da nombre al festival, además de obras de Aguilera de Heredia y Bruna y Soler.
El programa continuará en la Sala Polisón con la ya anunciada conferencia de la mezzosoprano Teresa Berganza el miércoles 13 de septiembre (entrada libre).
La cantante de ópera española compartirá con los espectadores los entresijos de su carrera, su mirada del mundo de la cultura…
Historias que contar no le faltarán.
Ha actuado en los principales teatros del mundo, colaborado con los grandes directores de orquesta y formado parte de importantes repartos que le han llevado a poseer importantes premios como el Príncipe Asturias de las Artes (1991), el Nacional de Música (1996) o la Legión de Honor francesa (2012).
El III Festival de Música Antonio de Cabezón pondrá banda sonora al Palacio de Castilfalé con un concierto de viola da gamba con Fahmi Alqhai, artista sevillano considerado como uno de los más importantes intérpretes del mundo de este instrumento y de los mayores renovadores de la música antigua.
En la sede del Archivo Municipal, el lunes 18 de septiembre, tocará Suite para violonchelo nº 4, BWV 1010 y Partita para violín nº 2, BWV 1004, de Bach; y Manuscrito Drexel (US-NYp 5871), de C.F. Abel.
La agenda proseguirá el lunes 25 de septiembre con el recital lírico de las sopranos Svetla Krasteva, originaria de Bulgaria, y la burgalesa Alicia Amo, acompañadas al piano por Diego Crespo, director de este festiva y presidente de la Asociación de Amigos del Órgano Antonio de Cabezón.
Este encuentro musical concluirá en la sala capitular del Monasterio de San Juan (martes 26 de septiembre) con el recital de fortepiano del joven burgalés Carlos Goicoechea, que, para la intimidad que permite esta estancia, ha elegido obras de Carl Philipp, Emanuel Bach, Johann Christian Bach…
Estas seis citas servirán para recordar a Antonio de Cabezón (Castrillo Mota de Judíos, 1510 – Madrid, 1566), al que su condición de ciego desde niño no le impidió desarrollar una importante carrera artística como compositor y organista convirtiéndose en uno de los más sobresalientes del Renacimiento español.
Formó parte de la capilla de Carlos I y también de la de su hijo, Felipe II, al que, aún siendo príncipe, acompañó por Milán, Nápoles, Alemania y los Países Bajos.
Lugares en los que se dejó influir y dejó su huella.
Un personaje que bien merece que su tierra lo siga reivindicando con este festival.
ANTONIO DE CABEZÓN – Músico de reyes y patriarca de los organistas españoles
Compositor y organista español invidente nacido en Castrillo de Matajudíos (Burgos) en 1510 y fallecido en Madrid el 26 de marzo de 1566.
Ciego desde muy niño, el hijo de Sebastián de Cabezón y de María Gutiérrez estudió el órgano en Castrojeriz o Villasendino, para más tarde pasar a estudiar en Palencia con el organista de la catedral García de Baeza.
En 1522 fue presentado al emperador Carlos V.
Tres años después se trasladó a Toledo, donde entró al servicio de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa del Rey, como músico de su capilla.
Tras la muerte de ésta fue nombrado músico de cámara de Carlos V y del príncipe Felipe.
«En este sepulcro descansa aquel privilegiado Antonio, que fue el primero y el más glorioso de los organistas de su tiempo.
Su nombre, Cabezón, ¿a qué ponderarlo cuando su esclarecida fama llena los mundos y su alma mora en los cielos?
Murió, ¡ay!, y le llora toda la corte del rey Felipe, por haber perdido tan rara joya y tan peregrino ingenio.”
Este es el epitafio que, en latín, hizo colocar Felipe II en la tumba de su compositor de cámara preferido, el organista ciego Antonio de Cabezón.
Músico crucial en la formación de un estilo específico de escritura para el teclado, en lo que incluso se adelanta a los italianos, Cabezón no publicó una sola obra en vida.
Fue su hijo Hernando de Cabezón, quien “recogiendo las migajas que caían de su mesa” dio a la imprenta en 1578, doce años después de la muerte del padre, las Obras de música para tecla, arpa y vihuela.
Aún en vida del músico, Luis Venegas de Henestrosa había publicado ya (Alcalá de Henares, 1557) un Libro de cifra nueva para tecla, harpa y vihuela con obras del maestro.
Que mais se pode acrescentar e escrever em elogio, ou dizer acerca de António de Cabezón, quando nos entregamos a estes compassos de sonoridades magistrais, que nos deixam de alguma forma em êxtase de uma alegria interior sentida de inexplicável experiência, quase eremita e contemplativa. À Paz do grande Mestre
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Íntimo, dulce y penetrante.Llena de paz, sorprende su armonia en cada compås.Aleja los pensamientos para sumergirte…no se bien donde….