Descubriendo a Esteban Daza, el último de los siete vihuelistas del siglo XVI
Andrés Ruiz Tarazona | Esteban Daza (Valladolid, ca.1537 – ca.1591) es el último de los siete vihuelistas del siglo XVI cuya obra ha llegado hasta nosotros.
Los restantes son Luys de Milán, Enríquez de Valderrábano, Alonso Mudarra, Diego Pisador, Miguel de Fuenllana y Luys de Narváez.
Esteban Daza (Estevan Daça, según la grafía de la época) publica en Valladolid (1576) el «Libro de música en cifras para vihuela, intitulado El Parnaso», también conocido simplemente como «El Parnaso», con obras para vihuela sola y vihuela y canto.
Es el último de los libros publicados para vihuela y está dedicado a un amigo de su familia, el licenciado Hernando de Hábalos de Sotomayor, consejero de Felipe II y abogado de su corte.
Es con diferencia, la colección más pequeña de música para vihuela de las existentes.
El Parnaso se divide en tres libros de música.
«Aunque se han encontrado algunos ejemplos posteriores, el libro de Esteban Daza titulado El Parnaso (Valladolid, 1576) es el último de los siete grandes libros de vihuela, instrumento aristocrático del que tan sólo nos ha llegado música del siglo XVI, un patrimonio de oro cuyo número de piezas se acerca a los siete centenares.
A pesar de los años transcurridos desde la publicación del Sexto Libro, Orphénica Lyra, de Miguel de Fuenllana, veintidós exactamente, la obra de Daza sigue el estilo y la línea de sus antecesores: Milán, Narváez, Mudarra, Valderrábano, Pisador y Fuenllana.
Las innovaciones estilísticas de Daza son escasas, y tal vez por eso su figura no había interesado a los investigadores, que lo consideraban un epígono de aquéllos.
En la Tercera Parte, o libro de El Parnaso, el músico castellano recoge una veintena de canciones profanas españolas.
No son obras propias, sino reducciones para vihuela y canto (preferentemente de tiple o altus) de canciones o villancicos polifónicos preexistentes.
Si no de todos, de buena parte de ellos se ha localizado la autoría, aunque alguno no coincide musicalmente con el que emplea el mismo texto en otro manuscrito.
No estamos, por tanto, como ocurre con otros vihuelistas compositores, ante obras expresamente escritas para canto y vihuela, sobre todo en Milán y en Mudarra, sino de obras polifónicas a varias voces, arregladas muy hábilmente por Daza sin perder fidelidad al original.
Con «El Parnaso», en definitiva, nos sumergimos en el espíritu más puro y elegante del Renacimiento español, que en Castilla alcanzó cotas de alto refinamiento en todos los órdenes.
Son canciones tan bellas por la música como por la letra, sean villanescas, más italianizantes, o villancicos hispanos.
Recordemos que entre los músicos intabulados por Daza figura el gran Francisco Guerrero, Rodrigo de Ceballos, Juan Navarro, el cantor papal Pedro Ordóñez o el maestro zamorano Andrés de Villalar, maestro de capilla en Córdoba.
En cuanto a la poesía, baste decir que la visión bucólica de la naturaleza propia del Renacimiento sirve de fondo en algunas canciones a las quejas amorosas.
Un amor siempre espiritual y contemplativo, como era norma entre los caballeros de la época».- (Andrés Ruiz Tarazona)
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