Diez cosas que cambiar en los conciertos y así atraer nuevos públicos
Según un estudio de la Unión Europea, está bajando el número de personas que se involucran en conciertos: tanto público, como organizadores e intérpretes.
Que el público en general está bajando la frecuencia con la que acude a conciertos o que su media de edad crece, lo venimos observando desde hace tiempo.
Los conciertos, tal y como los concebimos hoy en día, han permanecido prácticamente invariable desde hace muchas décadas: repertorio canónico de unos cuantos compositores en salas donde sucede una especie de ritual al que nos hemos acostumbrado: aplausos en lugares muy definidos, escucha inmóvil, en silencio y toses entre movimientos.
El director de orquesta Baldur Brönnimann propone en su blog una serie de medidas para cambiar este formato y así atraer nuevos públicos.
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Estas son las Diez cosas que propone cambiar en los conciertos para atraer nuevos públicos:
Libertad para plaudir entre los movimientos
Gustav Mahler introdujo el hábito de sentarse en silencio hasta el final de una pieza y creo que, después de unos 100 años, ha llegado la hora de cambiarlo.
Me encanta que la gente aplauda entre los movimientos.
Es una expresión espontánea de gozo y la gente no debería dudar en mostrar sus emociones en un concierto.
Afinar los instrumentos fuera de escena
Hay algo muy emocionante al escuchar a una orquesta estupenda en una sala excelente.
No deberíamos estropear el impacto de los primeros sonidos de una pieza emitiendo al azar muchos de estos mágicos sonidos al principio de un concierto.
Es como si el Preludio, las Gigas o el Lontano de Lohengrin sonasen de forma extraña tras afinar sobre el escenario.
Deberían surgir del silencio total.
Poder utilizar teléfonos móviles
No me refiero a hacer llamadas telefónicas, por supuesto, pero en lugar de desconectar los teléfonos, la gente debería poder tuitear, hacer fotos o grabar los conciertos silenciosamente.
Si la gente compra entradas, debería tener derecho a grabar lo que ve y compartir sus ideas con otros.
Los programas deberían ser menos predecibles
Los «bises» son a menudo lo que más se queda grabado en la memoria de la gente y creo que los programadores deberían arriesgarse y no imprimir siempre todo el programa, sino solamente ciertas obras clave.
En un concierto debe existir un elemento de imprevisibilidad.
Puede ser una pieza, una ubicación diferente, un pequeño elemento de música de cámara o cualquier otra cosa.
Simplemente, algo inesperado.
Debería permitirse llevar bebidas a la sala
Es posible hacerlo en un concierto pop y no sé por qué no debería hacerse en un concierto clásico si la sala lo autoriza.
Me gusta relajarme en un concierto, pasarlo bien y no tener que vaciar el vaso de un trago tras el intermedio.
Los artistas deberían participar con el público
Muchos de nosotros lo hacemos: hablamos con el público antes, después o durante los conciertos.
Sin embargo, esto no puede ser optativo, debe ser obligatorio para todos los artistas al menos poder presentar una pieza, saludar al público o firmar un programa.
En este sentido, creo que es vergonzoso que a menudo se impida al público estar entre bastidores después de un concierto.
Todo el mundo debería poder hablar con los músicos y compartir sus ideas y opiniones, ya sea entre bastidores o en el bar.
No vivimos en una torre de marfil y tenemos la obligación de hablar con la gente que ama la música tanto como nosotros.
Las orquestas no deberían tocar con frac
Es una idea vieja y fácil, pero creo que sigue siendo cierta.
No creo que la percepción de una orquesta cambie simplemente por tocar con camisas de colores, pero sin duda los fracs ya no se llevan.
Están demasiado asociados al siglo XIX.
Existen en el mercado tipos de trajes con clase y mucho mejor aspecto.
Los conciertos deberían ser más aptos para familias
Las personas que tienen niños pequeños también quieren ir a conciertos, pero tienen que poder salir de la sala rápida y silenciosamente cuando los pequeños se aburran.
Al igual que las aerolíneas, las salas de conciertos deberían esforzarse más en cuanto a pensar en las familias con niños de corta edad y ofrecer butacas prioritarias cerca de las salidas.
Nunca me ha importado que un bebé se ponga a llorar durante una pieza, pero la gente debería poder entrar y salir, porque algunos conciertos pueden ser largos incluso para los adultos.
Zonas de juego, contenidos interactivos, incluso guarderías… las salas de conciertos necesitan pensar en las familias.
Usar más tecnología
Parte de la emoción de la música en directo es ver a la gente interpretarla de cerca.
Hoy en día tenemos una percepción visual diferente que hace cien años, así que ¿por qué las salas de conciertos no usan pantallas para mostrar los detalles de una actuación para la gente que no pueda verla desde la parte de atrás?
¿Por qué no usamos más mejoras físicas para las salas de conciertos acústicamente difíciles?
¿Por qué no ofrecer más contenidos para descargar antes y durante una actuación?
Hay un purismo innecesario acerca de la tecnología en las salas de conciertos, pero debemos trasladar la experiencia de los conciertos al siglo XXI.
Como artistas creativos, deberíamos estar a la vanguardia de usar la tecnología creativamente.
Programas con una pieza contemporánea
Además del elemento inesperado, a menudo los programas de música carecen de relevancia o innovación.
Todas las piezas fueron en su día nuevas e inesperadas y tenemos de volver a conectar el repertorio clásico con nuestras vidas contemporáneas, debemos tocar la música de nuestro tiempo.
Esto no significa que no debamos interpretar las obras maestras del pasado, pero la música se ha convertido en una especie de «fetichización del pasado», tal como Alex Ross la llama en un estupendo artículo sobre la influencia de Beethoven en la música clásica para The New Yorker.
También es importante para el repertorio más antiguo, ya que al tocarse junto con obras contemporáneas se arroja una luz diferente sobre las obras maestras clásicas.
Parte del texto ha sido extraído de un interesante artículo sobre el concierto en peligro de extinción del blog.emusicarte.es
Fuente Abc.es
utilizar teléfonos móviles? entonces sería yo el que no iría a los conciertos
Totalmente de acuerdo!!!
Es verdaderamente preocupante que alguien relacionado con el mundo profesional de la música piense que los problemas de los conciertos de música culta en la actualidad son éstos u otros similares. Entiendo y espero que el público en general es más sensato a la hora de diagnosticarlos. Cuanto más lejos se está de reconocer los verdaderos problemas, más lejos se está de su solución. Y este artículo está francamente lejos.
Música culta? No me gusta nada ésta etiqueta.Donde termina la música culta y se convierte en inculta? Porgy and bess? Jacquess Loussier?
Jordi. Como no puedo poner me gusta en estos comentarios, te lo digo por aquí. Me encanta tu comentario y estoy completamente de acuerdo contigo. Absurda la etiqueta de música culta. De modo que Gershwin era inculto, y Bernstein perdió su juicio cuando hizo West Side Story…
Entonces, mi estimado Alfonso, ¿cuáles crees tú que son los verdaderos problemas?
No sé si perdió el juicio, pero seamos sinceros, West Side Story es una chorrada más parecida a lo que suena en La Voz que a la música de verdad que se hacía en los años 50.
Bernstein fue un gran director pero un compositor mediocre. Hasta él lo supo siempre, lo admitió (vean una serie documental coordinada por Luciano Berio, que se titulaba C’è musica e musica donde confiesa que por mucho que lo intentó nunca consiguió dominar los lenguajes compositivos más artísticos del siglo XX) y trató casi con reverencia servil a contemporáneos como Boulez, Berio.
Gran director, sí, y excelente divulgador; seguramente una de las personas que más hizo por la divulgación de la música artística en Occidente a mediados del siglo pasado (sus Norton Lectures y sus conciertos para jóvenes deberían ser obligatorias en todos los conservatorios y escuelas de música), especialmente el mundo anglosajón, pero compositor muy menor.
Bueno, las fronteras no existen más que en los mapas, eso lo sabemos todos. Pero sí hay una diferencia clara entre Rosalía y T. L. de Victoria o entre Queen y Bach, y quien no sepa discriminar ambas cosas quizá es que no ha entendido nada y la música para él no es más que una cosa decorativa.
Pero es cierto que el que una música haya sido creada con técnicas y actitudes que han requerido un estudio, una reflexión y una posición estética que sólo se obtienen a través de lustros de estudio no garantiza nada. Por eso creo que el término adecuado es el que usan algunos anglosajones: «Art music», música artística, aquella que desde un principio ha tenido intenciones estéticas ambiciosas; no ha buscado sólo el entretenimiento, ni pasar el rato, ni satisfacer al público porque sí, para hacer caja, etc. Creo que esa definición describe mejor, en general (también hay mucha música de grandes autores que parece que fue compuesta porque no tenían nada mejor que hacer ese día y no está a la altura de su obra más interesante ni de lejos) a la música «clásica» (en el sentido vulgar, obviamente, no la música verdaderamente del Clasicismo)
Por cierto, como pista para identificar cuándo una música empieza a dejar de ser culta yo creo que hay que fijarse en cuándo empieza a ser banal. Por ejemplo Porgy y Bess en muchos momentos es casi «pop» de la época. Por eso se considera una obra de segundo orden, incomparable a Wozzeck, Moisés y Aarón, El castillo de Barbazul, y no digamos las grandes óperas de otras épocas. Tiene momentos encantadores, cómo olvidar la adorable Summertime, pero en realidad, a ratos es casi más un musical que una ópera.
Sí, yo creo que P & B sí es un ejemplo de obra «fronteriza» donde lo culto y lo banal se mezclan, no con propósito ironizante, crítico o provocador, sino de manera ingenua, sin consciencia por parte del creador.
ah…esos modernos , siempre trivializando todo, lo unico que te aparta del mundanal ruido y lo quieres arruinar,,deja tu mente en paz…..si la gente no va es por la falta de cultura….pero no lo entiendes,, que preocupacion tan futil la tuya….que idea tan trascendente tuviste…que barbaro , seguro pasaras a la historia por tu aporte a la humanidad
Alejandro, ¿en dónde dice que se está trivializando todo? Ojo con sacar las cosas fuera de contexto.
Si dices que los modernos «trivialian», te recuerdo que Mozart disfrutaba de un público respetuoso que respondía activamente a su música cuando estrenó su Sinfonía «París», en julio de 1778. Cito:
«Yo estaba seguro de que iba a gustar un pasaje que se encuentra justo en medio del primer Allegro. El público se entusiasmó bastante, y hubo una tremenda ovación… Como había observado que aquí todos los primeros y últimos Allegros comienzan con todos los instrumentos a la vez, y generalmente al unísono, comencé el mío con dos voilines solamente, tocando piano durante los primeros ocho compases, seguidos inmediatamente de un forte, el público, como yo esperaba, susurró «¡silencio!» durante el suave comienzo, y cuando escuchó el forte, comenzó a aplaudir inmediatamente.»
¿Qué opinas entonces cuando encuentras que la gente de la época de este gran músico respondía algo parecido a como ahora responde el público joven cuando asiste a conciertos de rock?
Te dejo el dato para que lo mastiques, en vez de calificar de intrascendente una idea que va más acorde a las dinámicas sociales actuales…
Completamente de acuerdo con Alfonso y Xavier… El artículo me parece, francamente, populista y completamente equivocado… Básicamente, lo que plantea es que en las salas de conciertos se haga de todo menos estar concentrado en escuchar la música. Yo, personalmente, voy a un concierto para escuchar la música, no para estar usando el móvil, grabando, tomando un refresco… o soportando que el público aplauda en cualquier momento (yo soy músico y a mí me desconcentra muchísimo que me aplaudan entre movimientos… ¡me saca de la música a mí y a los espectadores!). En definitiva, la música sucede en el tiempo y, como tal, los espectadores debemos escucharla con los cinco sentidos puestos en ello. La verdad es que me parece un poco lamentable que Música Antigua publique estas cosas… 🙁
dario…lo explicas muy bien…
Yo lo único que haría sería bajar los precios y prohibir el papel de los caramelos
Bueno, hay que recordar que muchas piezas que hoy se escuchan con veneración se interpretaban de un modo parecido en su época, con el público de pie, charlando incluso. No hay que ver más que los grabados de los siglos XVII y XVIII para comprobarlo.
Por mi parte estoy de acuerdo, hay demasiada separación entre los estilos. Si el mundo clásico no se pone las pilas (en muchos sentidos) va a ser cada vez más minoritario. Al fin y al cabo se va a un concierto para disfrutar y compartir unos valores, no hace falta ser tan dogmático.
Por supuesto que sí. Lo primero los horarios. Accesibles a niños: son el futuro de la música. ¿Cómo desarrollar sus gustos musicales o su formación si lo único que tienen a mano es pop Americano???. Precios populares o rebajados a parados y menores de 14 años. Conciertos de todo tipo de música en lugares asequibles a todos. Menos glamour y lentejuelas y más acercamiento a la gente.
Jo***, tío, eres de los pocos que ha dicho una solución coherente.
Estupendo, gracias!
Me encanta, sobretodo la propuesta de la bebida… el año pasado hubo un concierto de clave y oboe (barroco) en el patio de la Sociedad Cultural de mi pueblo. Como tiene bar, se me ocurrió hacer lo que el cuerpo me pedía: pedirme un tercio de Amstel y sentarme a escuchar el concierto. Por cierto, el del clave era Ignasi Jordà y lo hizo francamente bien.
totalmente de acuerdo con Alfonso
El artículo propone soluciones para hacer los conciertos más rentables económicamente. No ayuda ni de lejos a que la gente quiera ir a ESCUCHAR música. Razón: mientras twiteas, haces fotos y bebes, no escuchas. Cuando escuchas, sólo escuchas; no haces otras cosas. Una cosa es escuchar,, y la otra es oír. Lo feo es que un profesional de la música no sepa qué es escuchar, o que no quiera que el público vaya a escuchar (eso es lo único que queda claro del artículo). La solución es dar a la población la formación para saber escuchar y la calma para saber tener la paciencia. Por qué es tan difícil estar un par de horas sin pseudo-socializarse a través del teléfono? Nuestra socidad va mal.
Estupendas opiniones. Las del articulo y las de las personas que han opinado antes de mi. Pero lo que yo propongo es que con 40 euros podamos ir mi mujer y mis dos hijos a un concierto. Ahora debería gastarme entre 100 y 200 euros, y como necesito comer todos los días un poco , pues que no puedo ir a los conciertos. Me las apaño con el youtube ¿que el trabajo de los artistas lo merece? si. y yo también me merezco un trabajo, y 5 millones de españoles como yo, pero es lo que hay. Necesito conciertos con entradas de 6 a 10 euros ya. Y hoy día ni con carnet de estudiante existe eso, en Andalucía al menos.
Como bibliotecólogo mexicano de 24 años es muy difícil encontrar un concierto de este tipo, gracias a algunas escuelas que ofrecen temporadas gratuitas yo y muchos podemos asistir… y no entiendo el porqué de algunas reacciones tan enardecidas contra lo expuesto en el artículo, en efecto habemos muchos «incultos» que preferimos otro tipo de conciertos, pero por alguna razón gente como The piano guys llena, Lindsey Stirling llena y otros que no recuerdo lo hacen, son incluso blasfemos con la música, y los boletos no son tan baratos y se agotan.
Pero gracias a ellos, algunos ingenuos con un mínimo de conciencia por la auto cultivación nos interesamos por música más culta, sin embargo en este abmbiente nuevo para algunos hay algunos formalismos que pasan de la elegancia a lo acartonado y alejan al público más joven: Siempre voy solo a ese tipo de conciertos; para the piano guys tenía 3 acompañantes
Me resulto interesante el articulo , aunque no estoy de acuerdo en algunos puntos como el de poder beber y usar teléfonos, Para mi la música clásica requiere de una atención diferente y allí descansa su belleza como espectáculo vivo. Pero también es cierto que hay cosas que lo vuelven demasiado lejano al público, al proponer costumbres de comportamiento poco tolerantes como el aplaudir en lugares equivocados? o vestirse de otra manera? si creo que los músicos podemos ceder algunos espacios para ganar otros, o que los teatros puedan proponer otro tipo de códigos, por ejemplo: en este teatro se puede aplaudir donde se desee o saludar con el artista terminada la presentación, también es cierto que los conciertos son demasiado predecibles y que las orquestas dan poco espacio para los compositores de su entorno. En fin, todo lo que contribuya a la comunión entre compositor, interprete.
y publico…..ups
me parece muy interesante he sido musico profesional toda mi vida y me he planteado ideas asi antes , tambien creo que se podrian hacer reorquestaciones de las obras hasta usando la electronica , vestimentas diversas , luces pantallas de video bueno todo eso . Aunque si definitivamente desde el lado del musico el trabajo en si de ensayos y montaje uuufffff si el sistema cambiase !!!! musicos que llevan años de años yendo a una sala oscura de teatro donde ni se ve el sol cada dia de su vida !!! si por ejemplo las sedes de las orquestas contaran con espacios al aire libre para ensayar , si los ensayos no se hciesen de manera tan estresante y se contara con una posibilidad de en algun momento pararse estirarse libremente claro sin exagerar pero me refiero a que la extremada rigidez de este trabajo es algo que hace que tambien el musico proyecte eso en su musicalidad cuando toca . Buena toda esta reflexion saludo gracias.
en cuanto a llevar mas a los niños yo diría preparar conciertos didácticos entretenidos, con algún cuento, pero no siempre Pedro y el Lobo sino inventar alguna historia para una música, hacer una coreografía sencilla a partir de las partes de la música repitiendo movimientos en las repeticiones, puede ser desde sus asientos o haciendo subir a algunos niños al escenario, hacer participar al publico mediante gestos o marcando algún ritmo, la gente necesita involucrarse mas dentro de la música, especialmente los niños no deben quedarse al margen de ella sino vivirla, no estoy de acuerdo con grabaciones y celulares, porque si una persona esta pendiente de grabar ya no escucha, se lo deja todo a la maquina y luego no se acuerda de najada
se ´puede trabajar con globos y una manta y empujar hacia arriba lo9s globos en una parte de la música y bajarlos en la siguiente, si la música tiene distintas texturas entonces cuando cambia de instrumento se cambia el movimiento de los globos, hay mil formas de hacer escuchar un concierto y hacerlo divertido
Esto es como todo, respeto al que tienes al lado, no me importa que la gente haga todo eso, pero que no moleste, distraiga o interrumpa la audicion.
Nos encanta percibir todos los matices de la musica, dejarnos sentir. No podria soportar que el que este a mi lado sorba un refresco o que un niño juegue por las escaleras del teatro.
Todo eso suena muy bien, muy moderno, pero sin pasarse, pensemos en romper etiquetas, pero pensemos tambien en el que esta al lado.
Y… como eso no puede ser, la educacion es el bien menos extendido, dejemos las cosas como estan, solo en conciertos especiales y con artistas especiales, podrian darse algunas de estas libertades.
yo tampoco tengo claro esto de hacer marketing con las artes,,,por qué hay que atraer a nadie a algo que no valora o le atrae? ,,,si alguien va aun concierto porque puede comer palomitas y rascarse los dedos de los pies es probable que no tenga o no le interese tener criterio para valorar lo que escucha; al final lo que hace es estorbar al que sí valora y presta una atención crítica a lo que escucha; qué necesidad, me digo,,, hoy en día hay actividades de entretenimiento como el cine, el circo, conciertos de música merengue, por ejemplo, que no requieren un reconocimiento artístico de su autor, sino más bien un reconocimiento al espectáculo, que como tal quizá admite más las palomitas, los móviles, las fotos, etc como un elemento más de toda la representación,,,esto es como la universidad: mejor que vaya el que realmente quiera ir, y el que no: hay mil opciones; todas son buenas
Realizo actividad musical con un ensamble el cual dirijo, soy arreglista y estudiante en composición, he tenido experiencias en las que nos hemos presentado ante un público no mayor de 15 oyentes y curiosamente muy exigentes auditivamente y conocedores de la materia. Complejas a quedar complacidas con lo que ven y escuchan, me atrevo a decir.
Otras veces han sido experiencias muy gratas ante un público mayor que, curiosamente un poco mas lego, se muestran entusiasmados y receptivos a la experiencia emocional que la musica genera.
Como musico prefiero tocar ante un publico que responde al deleite que la musica genera cuando se interpreta, que en mi experiencia ha sido mucho público.
Por otra parte, he visto también y enfrentado un publico exigente,erudicto y ortodoxo que parecieran mas bien maestros de musica a calificar una presentacion de tesis musical.
Tu de que publico eres? Como musico, para que publico querrías tocar?
Y algo muy importante, quien sabe y tienebla facultad para decidir como se debe disfrutar auditivamente la musica?
Quien sabe? O a quien le consta si mozart,bach, chopin etc. Dijeron como debia ser la actitud y/ o postura del publico,para apreciar su musica?
Creo que la respuesta estaria en preguntar a un compositor de la actualidad, si su musica la hace para que la juzguen,la analizen,la califiquen ,o simplemente la disfrute.
Todo esta susceptible a cambio, y la musica no es la excepción de igual manera la formas y costumbres de disfrutarla, porque como musico ,intérprete y compositor, prefiero una mayor audiencia que, unos pocos viejos y eruditos
A ver, alguna de estas propuestas ya se están llevando a cabo en algunas salas y con algunas orquestas y agrupaciones en España, y creo que les va bastante bien. El problema surge cuando por ejemplo, algunos intérpretes o grupos no les parece correcto que el público aplaudan entre movimientos. Hay que tomar en consideración también la opinión del ejecutante, ya sea un grupo o un solista.
Lo de beber en la sala pues que quiere que les diga, no me parece lo más adecuado, de ahí a llevarse la merienda hay un paso, con lo que ello implica. Lo de más tecnología, no me parece mal pero que no implique que el sonido que llegue al público no sea el natural, sin amplificaciones ni estridencias propias de espectáculos circenses. Por lo demás, casi todo de acuerdo.
A mi no me gustaba la música clásica, primero por que no tenía suficiente nivel para entender las audiciones académicas y las adaptaciones de obras clásicas a pop me parecían exageradas. Pienso que uno se da cuenta de lo que pasa en el escenario, si la intención de los músicos es vender su trabajo y caerle bien a los demás, eso se va a notar igual que si los que están tocando solo lo hacen por interés o por presumir ante familia o amigos que se toca música culta. Debería haber sinceridad ante todo y no hacer algo por moda o para quedar bien. Sería mejor un auditorio con pocas personas que entienden lo que oyen a una multitud que este ahi por curiosidad o por solamente hacerse fotos. El que la música clásica de calidad tenga poca audiencia es cosa normal. En el barroco abundaban los conjuntos de cámara, tocaban para una minoría, los demás se conformaban con la música popular, eso no tiene nada de malo ni habla de una decadencia cultural. Lo que si es lamentable es ver gente que va a conciertos o toca música clásica por que cree es cosa de buen gusto y señal de educación pero que al final no entiende nada ni disfruta su estancia. Si uno quiere ser un buen oyente debe aprender a serlo y no querer cambiar las cosas.
Las propuestas son casi todas muy razonables, pero hay alguna que es una verdadera chaladura.
¿Dejar meter bebida, como en los cines de taquillazos, y tener al lado a la pandilla de chonis y Ríchals, o la señora con los niños mascando kikos y palomitas y sorbiendo cocacola en pajita?
¿Y que hace 100 años la gente interrumpía para aplaudir? Sí, y lo sigue haciendo en algunas óperas, sobre todo del repertorio italiano romántico. Pero también hace 100 años los negros tenían prohibido sentarse en los teatros en la misma zona que los blancos. ¿Recuperamos también esa «tradición» o mejor nos quedamos con las mejoras que ha traído la civilización con sus hábitos más respetuosos con el prójimo? Llámenme raro, pero me quedo con lo segundo.
Lo que sí podría hacerse es conciertos populares donde efectivamente se permitiese un poco la ley de la selva y la gente pudiese aplaudir cuando quisiera, como en la ópera italiana decimonónica, pero en los conciertos más «serios, no, por favor. Me importa un bledo si el señor de mi lado se emociona mucho con tal movimiento y quiere prorrumpir en aplausos y bravos, y a dicho señor le importa un bledo si yo hago lo propio con otro. No estamos en nuestras casas y tenemos que respetar que hay varios cientos o algún millar más de personas en la sala que no tienen por qué oír su escucha interrumpida. Eso por no hablar de la gente que no sabe si un movimiento es Atacca o si una pieza termina donde parece que va a terminar o hay una coda final sorpresiva, y por ejemplo tras el 2º del Emperador se arrancarían a aplaudir y bramar como locos tras semejante momento «síndrome de Stendhal».
No, gracias, en los conciertos menos «populares», no, por favor.
Lo de afinar los instrumentos a nadie le importa un bledo, la verdad. Es más hay gente a la que le gusta. A los chiquillos que van por primera vez les llama mucho la atención. A mí no me parece mal porque humaniza el evento, muestra que la música no surge de la nada, que hay un trabajo humano, una preparación y un proceso de «elaboración» que hay que cuidar. Lo «artesanaliza» en este mundo tan tecnificado.
Pero vamos, si se hiciese en bambalinas tampoco se perdería gran cosa. Como digo, no creo que sea algo a lo que mucha gente presta atención.
Lo de hacer fotos está bien. El problema es que los flashes podrían distraer y deslumbrar, podría afectar al desempeño de los músicos, y eso ya no está bien. Se podría hacer el experimento a ver qué pasa. Eso sí, lo de ponerse a «tuitear», con los soniditos de los teclazos dando por saco y los ruiditos de las notificaciones cada vez que alguien dé un «mola» a la publicación de turno acabaría en reyerta, o debería.
Pero la idea no es mala. En los conciertos al aire libre supongo que no acarrearía muchos problemas, pero en una sala no la veo tan viable. Pero supongo que todo es probar…
Lo del vestuario, de acuerdo. Me gusta ver a la gente vestida de forma elegante y conjuntada, pero se puede vestir bien y con alegría y color. Que se lo digan a los músicos del Barroco o el Clasicismo…
Lo de las pantallas me parece perfecto: Hay vídeos en Youtube de piezas sinfónicas que están tan bien filmados que casi prefiero verlos a ponerme uno de mis CDs porque han añadido un componente de drama, de teatralidad que me hace meterme mucho más en la obra que simplemente escuchándola. Eso sí, hay que poner a especialistas en la filmación de conciertos, gente que conozca la partitura y sepa diseñar un guión visual adecuado a cada pieza. Esas filmaciones en las que la mitad del tiempo se muestra el «careto» del director, y luego planos generales del escenario, y ocasionalmente algún primer plano de algún músico, no aportan nada, y para eso, mejor ahorrárselo.
Lo de la pieza contemporánea, por supuesto. Es absurdo que con tantísima música actual en tantísimos estilos que es imposible que no haya uno que guste a cada uno de los oyentes, no se divulgue la creación de nuestra época.
Pero es que además yo también tocaría alguna pieza «antigua». Es igualmente demencial que el gran público piense que la música empieza con Vivaldi y acaba con Ravel. Cuando pongo a alguien el Jubilate Deo de Morales, el O vos Omnes de Victoria, o el La madre de Jhesu Christo, de las cantigas de Sta. María, la reacción siempre es de asombro y de placer inmenso, mayor cuantas más veces se repite la escucha. Siempre hay el que tiene un oído como un pan, evidentemente, pero no exagero si digo que el 4/5 de los amigos, conocidos, alumnos, etc, a los que les he puesto música renacentista y medieval, incluso chavales que hacen hip-hop, después de ponerles el O vos omnes, de Victoria, el Circumdederunt me, de Morales, o el maravilloso Versa est in luctum, de Lobo, dos o tres veces (piezas tan cortitas se prestan a ello, si fuese una sinfonía de Mahler ya sería más complicado), mientras les indicaba: «Escucha ahora el descenso que hace el bajo mientras una de esas voces intermedias asciende para acentuar el sntido del texto» o «Fíjate ahora en cómo dos voces han terminado la frase y mantienen la nota o se callan mientras otras continúan un poco más, produciendo una sensación de reposo paulatino en vez de un final tajante.». Cuatro de cada 5, como digo, se han quedado «flipados», algunos diciéndome sorprendidos que les ha calado hasta los huesos, más que Beethoven o Mozart, y que cómo es que no se oye más esa música tan increíble. Un chaval al que doy clases particulares hizo incluso un «rap» usando como base un fragmento del Parce mihi (le quedó una cosa bastante peor que lo de Garbarek, pero es no es lo que cuenta).
Total, que sí, que muy de acuerdo con ampliar el repertorio tanto hacia nuestros días como hacia el pasado más antiguo.
Pero aún hay algo más importante: el precio. Mientras una entrada normal, de esas donde se ve y se oye bien, con la orquesta local o una de esas de Europa Central y del Este totalmente modestillas, cueste 40 euros, mal vamos. Y mientras las de las grandes formaciones cuesten 150, también, porque si alguien se acaba aficionando, empezará a encontrar defectos en las interpretaciones de agrupaciones del montón y querrá oír esa pieza que tanto le gusta, tocada lo mejor posible; y si ahí ponemos una barrera, dejará de asistir a los conciertos, aburrido de oír a música del montón, y se comprará el disco, o los «FLACs» o comprará una suscripción a Spotify para escucharlo en casa tocada y grabada estupendamente.
Hay que quitar intermediarios que inflan los costes y tratar más directamente con los artistas. La figura del representante ha sido siempre más un parásito que otra cosa, en todos lso campos del arte, no sólo en la música, los ministerios de cultura e instituciones deberían intentar presionar para «reeducar» a los músicos en ese sentido y quitarles viejos y caros vicios. Una simple secretaria, o un despacho de abogados que les lleve los contratos y tal, debería ser suficiente, y no esas agencias millonarias que se forran el riñón cada vez que a alguno de sus representados estrella les sale un contrato en alguna gran sala. en la era de la informática y las comunicaciones, es absurda, y cara, tanta «burocracia».
Y por supuesto los artistas deberían volver a pensar que son artistas y no vedettes, y rebajar sus cachés. Hay un tope a partir del cual una persona ya no va a vivir mejor por tener más dinero. Un Jaroussky, un Savall, una Grimaud, un Lang Lang viven ya estupendamente. También aquí debería haber un acuerdo mundial, o por lo menos europeo entre ministerios e instituciones culturales para negarse a pagar cachés inflados.