Elogio del fuego Sufí
JESÚS R. CEDILLO | Los jueves y sábados son una fiesta. Asisto a las clases de música del maestro Alejandro Reyes-Valdés y la convivencia con hombres y mujeres mejores a este escritor, me hacen mejor ser humano.
Aprendo de ellos; cuando el maestro habla, su conocimiento en la materia lo hace invulnerable.
A mis condiscípulos los admiro a todos. Quien más cuál menos, todos saben más y superan mis apreciaciones musicales. Todos.
Los jueves y sábados y con motivo del Diplomado de historia de la música con Alejandro Reyes-Valdés, he tenido la oportunidad de conocer a seres admirables y buenos.
Uno de ellos es un hombre el cual por equivocación nació en este siglo.
Don Javier Salinas –hombre alto, afilado y anguloso, curtido en el campo de batalla de la vida– por error de la tabla de tiempos y distancias, fechas en el calendario y rotación del mundo, nació en esta época y no en el siglo XIII.
Otro dato importante de este hidalgo, Javier Salinas nació aquí en Saltillo y no en el desierto del Magreb, en la Roma post imperial o en la Bagdad de 1258 arrasada por los mongoles.
Javier Salinas vive físicamente hoy y aquí entre nosotros, pero su corazón, sus ojos y sobre todo, sus oídos, están instalados entre el siglo XII al XV de nuestra era.
Especialista en música llamada antigua, fui conociéndole en el Diplomado y me fue contando de su pasión sonora.
Yo le fui contando de mis gustos y apetencias.
Alguna vez ya compartimos una copa de vino tinto en la mano.
Brindamos por la buena venturanza, una mejor música y por el amor de las féminas, las cuales dice en ocasiones este caballero medieval, seguido nos rompen el corazón.
Le creo.
Un día, este noble fuera de siglo, llegó con unos discos los cuales fue poniendo generosamente en mano: joyas, pepitas de oro, un regalo de su inmensa discoteca la cual ha venido armando como si edificara un castillo.
A saber los hilos de oro bordados en seda para vestir en los días soleados: las Cantigas de Alfonso X, “El Sabio” (1221-1284), en versión y recopilación de Eduardo Paniagua.
La “Misa Ave Sanctissima María” de Pierre Certon (1510-1572), maestro de la Capilla Sainte Chapelle de París, Francia.
Un disco múltiple sobre folías, cantos y villancicos de Espagne (España).
Una colección de música de Palestina, un disco con una investigación histórica desarrollada en Toluca con sonidos de cuerda y crin, dos discos compactos con música sefardí…
Pero, el generoso Javier Salinas un día me sorprendió en clase con dos discos y un libro los cuales dijo, “vas a disfrutar maestro Cedillo”.
Un disco de música sufí andalusí; otro de Tekke, sufí rhytm y un libro de poemas tan extraño como bello y perturbador: “Cantos a la amada” del poeta nacido al parecer en las arenas doradas de Damasco, Muahmmud Ibn Al-Mahad en el siglo XIII.
El erotismo, la pasión y el olor a oriente no me han abandonado desde la llegada de este cargamento.
Con el maestro Alejandro Reyes no pocas veces hemos polemizado al respecto de lo siguiente: ¿cuál es el motivo para sentirnos atraídos en especial caso hacia cierta sabiduría, cierto país y tomar como nuestra su cultura, sus raíces, su música y tradiciones. Es una semilla con la cual hemos nacido?
Javier Salinas entonces, por un error extraño, habita entre nosotros cuando bien lo pudo haber hecho en la Persia del siglo XIII o XV.
Afilado, alto, de manos angulosas, usa para su desgracia una camioneta y no un camello para desvanecer las distancias entre sus rutas de trabajo.
No usa alabardas, escudo, yelmo o lanza para embestir en el tejido del campo, pero cada vez al saludarlo, así lo imagino.
Por un extraño motivo, Javier Salinas nació en esta época y no en el siglo XIV.
Un disco perfecto: el “Viaje Interior”, música sufí para el sello Pneuma.
Pídalo en Internet. Sus vasijas sedientas se llenarán de vino y espíritu de oriente…
Escrito por JESÚS R. CEDILLO | Vanguadia.mx
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