Trevor Pinnock: Si la música barroca te parece aburrida la culpa es de tu profe
Trevor Pinnock uno de los clavecinistas más importantes y reputados del mundo: «A veces… el principio de todo es sencillo… pararse a escuchar».
¿Cuántos se apuntarían a un concierto de clave? ¿No lo harías? ¿Por qué? ¿Seguro que no tienes prejuicios? ¿Qué te enseñaron en la escuela sobre este instrumento? Quizás si fuera de piano no hubieras dudado en contestar afirmativamente a esta pregunta.
Pues bien, si dijeras que no, te perderías conciertos tan maravillosos como el que ayer dio el británico clavecinista Trevor Pinnock en el Auditorio Nacional. ¡Bravo!, ¡bravo!, gritaban con admiración desde la tribuna de la Sala de Cámara con entradas agotadas.
“Yo creo que el interés por la música antigua (toda la anterior al clasicismo) está comenzando”, afirmaba el músico recién llegado a Madrid. “Creo que en el presente estamos en el camino correcto, aunque en la enseñanza de este tipo de música hay buenos profesores que hacen grandes presentaciones, aunque a veces otros hacen que todo se vuelva aburrido y nada interesante”.
Hablar de Trevor Pinnock (Canterbury, 1946) consiste precisamente en eso, en hablar de música antigua. Después de pasar unos minutos con el músico inglés y una hora y media con su música es casi imposible que ésta no resulte sutil, delicada, brillante, dialogante, virtuosa y francamente asombrosa.
“Siempre me encantó la música barroca. Vino a mí de forma muy natural pero, por supuesto, me gustan todos los estilos y épocas musicales. Para mí es como si estuviera compuesta esta mañana”, relata el clavecinista.
Fundador de The English Concert
Trevor Pinnock puso en marcha el exitoso grupo de cámara The English Concert en 1973 y lo condujo durante 30 años. “Fueron unos 30 años maravillosos, un trabajo muy emocionante”.
Sin embargo, confiesa que lo dejó porque después de tanto tiempo quería hacer otras cosas: “Sabía que tenía que empezar una nueva etapa para explorarme a mí mismo y que ya era tiempo más que suficiente.
Cuando sabes eso es mejor dejarlo y explorar otros sentimientos”.
Justo en esos inicios, en la época de Franco, fue cuando Pinnock pisó España por primera vez. Desde entonces no ha dejado de hacerlo y reconoce que disfruta mucho de nuestro país porque la gente le recibe maravillosamente y siempre aprecian su música: “No todo el mundo sabe sobre ella, pero la respuesta siempre es buena”.
El fin de esta etapa dio paso a una más personal en la que ha crecido aún más como intérprete según palabras de toda la crítica mundial.
Sin embargo, un Pinnock modesto se limita a decir que lo cierto es que experimenta continuamente y que todo eso hace que se sienta joven por dentro a pesar de que su cuerpo sea viejo ya. “Nunca me siento cansado en esencia”.
200 años por varios países en hora y media. El programa que interpretó, y que repite en el auditorio de la ciudad de León, es un programa muy especial.
Empieza con obras de Antonio de Cabezón, quien viajó con el Príncipe Felipe desde España a Italia, los Países Bajos e Inglaterra.
“Es fascinante pensar lo que este hombre encontró durante estos viajes.
Así, cuando fue a Inglaterra conoció un día al famoso compositor Thomas Tallis y probablememte al joven y brillante William Byrd, y por eso he decidido empezar estos conciertos justamente en este orden”, afirma el intérprete.
Pinnock continúa con John Bull, “un compositor inglés que vivió al final de sus días en los Países Bajos y conoció a Sweelinck, que se relaciona directamente con Bach». Luego toca algo de Frescobaldi, «del que Bach tomó muchas partituras”, matiza.
“Además pienso que hay una gran conexión entre Bach y Händel y de hecho, Bach siempre quiso conocer a su compatriota.
También hay una conexión entre Händel y Scarlatti.
Él viene a España y la música española callejera le influye en gran manera, tanto que se nota especialmente en su sonatas”, resume.
Después de Scarlatti se cierra el círculo con obras del Padre Soler, que toma el estilo precisamente del anterior.
Y así, nota a nota, Pinnock aúna conexiones físicas e imaginarias y el contraste de la música, los pensamientos y las culturas.
“Podría elegir muchas obras de Bach. La que he escogido para esta noche es un buen ejemplo de su brillante composición.
Es un tipo de música con el que la gente disfruta.
Las Suites Francesas para el público general, para la gente que no conoce mucho de música, están muy bien porque también les satisfacen.
Combinan una gran disciplina y composición y una música amigable, muchos sonidos y maravillosas danzas en los movimientos lentos”.
¿Y tocar las obras de clave en un piano?
A menudo los puristas recuerdan la necesidad de tocar la música de la época con los instrumentos de la época.
“Está muy bien si los pianistas también conocen el sonido del clave, pero al final cuando ellos tocan el piano debe ser música para piano y cuando se toca el clave debe ser música para clave con todo el colorido que desprenden”, opina el británico.
Sin embargo, es bastante más abierto y aunque reconoce que “no es lo mismo tocar en un piano que en un clave» reconoce que «los diferentes instrumentos aportan diferentes colores a la música”.
Si sigue sin convencerte lo de la música antigua quizás sólo baste con pararse a escuchar, y parece que Pinnock es de la misma opinión.
«La gente que va por primera vez a escuchar este tipo de música no pueden sentir algunas cosas si no las entienden. Lo que sí pueden es sentir sensaciones y luego si lo encuentran interesante empezar a aprender algunos aspectos y a medida que van aprendiendo su disfrute irá creciendo”.
Sobre el clave, mejor olvidar los prejuicios: “En cualquier instrumento que usemos está el poder de la música así que éste no es lo más importante, la música en sí misma es lo que cuenta y hay muchas maneras diferentes de contarla”.
Fuente: noticias.lainformacion.com
Sin duda Pinnock es un virtuoso. Pero a mi modo de ver, ha hecho gran «daño» -no solo al barroco, sino a la música «clasica»- en el sentido de indentificar el virtuosismo con la velocidad. Las lecturas que hace Pinnock (¡A saber si los autores mismos así lo habrán dispuesto!) me dan la impresión que los intérpretes se están orinando o están como locos por llegar a su casa. La grandeza del concierto para dos violines, de Bach, Pinnock la lee como si aquello hubiera sido escrito para un intérprete miembro de la «troupeé» del «Cirque de Solei»: una velocidad innecesaria y absurda. En fin, para decirlo con palabras claras: poner a un violista a mover a toda velocidad los dedos y el arco sobre las cuerdas -sin más motivo que buscar que la gente diga «qué bárbaro; cuánta habilidad», me parece un desmercimiento de esa música que tanto hay que amar.
Pablo Salazar Carvajal
Costa Rica
Estimado Pablo Salazar:
Es curioso lo que comentas, ya que Pnnock es uno de los directores HIP más lentos que existen (compáralo con Fabio Biondi, por ejemplo). Sin embargo, aunque me gusta mucho su trabajo y el de Christopher Hogwood (a veces más rápido que Pinnock), debo reconocer que hay una tendencia dentro del movimiento de interpretación musical HIP de tocar con bastante velocidad. Cuando uno lee entrevistas a Hogwood, uno nota una doble intencionalidad en su trabajo: por un lado ser extremadamente fiel al estilo de la época del compositor; por otro, entregar una interpretación novedosa; como las fuentes históricas nos proveen de todo tipo de información de cómo se interpretaba esta música a excepción de la velocidad (pues no hay manera de conocer a qué velocidad se interpretaba esta música), creo que lo «novedoso» fue circunscrito a la velocidad con que estos directores nos presentan la música antigua.
Tal vez, ese hábito interpretativo, tiene relación con la época en que surgió el movimiento HIP (estaban de moda los hippies y fue una época dorada para el rock). Supongo que con el paso del tiempo, los «tempos» (valga la redundancia) de esta escuela interpretativa irán morigerándose.
Saludos
Estimado Anibal:
Te agradezco (me tomo, así, sin más, la libertad de vosearte) tus observaciones e informaciones. No había oído a Biondi y, merced de tu comentario, aquí lo tengo. Igual: se te vuelve a agradecer. (Así, entre paréntesis, si de «tempo» hablamos, el de estas líneas y respuestas es «larghissimo», que poquito menos de cinco años para un par de decires, si que es llevar la vida con calma… Como tiene que ser).
Y bueno, propiamente con el asunto: cierto, lo reconozco ¡y gozo!, que hay piezas que necesitan su «Allegro prestissimo», pero no es a eso a lo que me refiero. Hablo del momento en que la velocidad deja de ser elemento para la Belleza -así, con mayúscula- y, un director, la convierte en cachivache circense. Un «virtuosismo» (el entrecomillado no es gratuito) «para la galería» (ahora sí es gratuito). Cosa de agarrar, aquí, en la Internet una que otra interpretación del Concierto para dos violines de Bach (en cierta ocasión leí por ahí: «Ya que no puedo ser Bach, me conformo con ser Dios») y darse cuenta de lo que cuesta encontrar ese «peso», ese tempo necesario en cuanto a lectura (ejemplo felicísimo, bello, a mi modo de ver y oír, es la interpretación de esa composición que hacen Menuhin y Oistrakh). Pero bueno, como que me extendí y mi idea no es abrumarte con parrafadas así de extensas. Dicho de un tirón y «en sencillo»: las velocidades «fáciles» demeritan la obra. Saludos.
[Creo que mi intento anterior no ha funcionado y mi mensaje no se ha enviado. Discúlpenme si me equivoco y publico esto por segunda vez]
«ejemplo felicísimo, bello, a mi modo de ver y oír, es la interpretación de esa composición que hacen Menuhin y Oistrakh»
Y ahí he dejado de leer.
Independientemente del asunto de la velocidad, creo que su sensibilidad está bastante lejos del estilo purista de los grupos que tocan con criterios historicistas y más bien próxima a la sensibilidad romántica, como esas pasionas bachianas de Karl Richter o Karajan.
Nadie va a negar el talento de los músicos rusos y menos el de un Oistraj o un Menuhin, pero NO fueron nunca buenos intérpretes barrocos igual que Sviatoslav Richter tampoco lo fue, por aunque para algunos de nosotros haya sido EL pianista del siglo XX. A cada uno lo suyo.
Y eso que Pinnock como teclista nunca ha sido santo de mi devoción, especialmente al órgano, aunque ahí, afortunadamente, no se ha prodigado mucho; siempre he sido más de Leonhardt, sobre todo para el barroco germánico, Ross para el barroco latino (francés, español, italiano, portugués) o Koopman, pero es alguien a quien hay que respetar proque sabe lo que hace e incluso en sus interpretaciones que más nos puedan chirriar, hay inteligencia, sensibilidad y mucho, mucho conocimiento.
Suponer que Bach compuso el concierto para dos violines «famoso» para ser interpretado a tal o cual velocidad… Es pura especulación. No lo sabemos con exactitud y nuestro gusto no está libre de condicionamientos de época, como no lo está n iha estado ninguno. Nuestra época, que sigue siendo mayoritariamente romántica pese a todas las vanguardias que han evolucionado más aprisa que la educación sensorial y estética del público medio. Pensemos en lo que costó que se impusieran los criterios historicistas, con una casi totalidad de oyentes acostumbrado al sonido de los violines con cuerdas metálicas, o a escuchar el «Erbarme dich» cantado por contraltos casi wagnerianas con un vibrato insoportable y empalagoso *ad nauseam* pero que para ellos eran estéticas sonoras «felicísimas» y no esas estridentes cuerdas de tripa o esas cantantes historicistas que pareciera que no tienen una garganta en condiciones.
Todo cambio de «paradigma» estético es difícil, y si uno está acostumbrado a la melosidad y el «histerismo» romántico, es normal que la ligereza y el brillo de la música barroca más ágil, la «violencia» sin concesiones a la dulzura de algunas interpretaciones, como el Vivaldi de Biondi, nos choque. Pero dígame, ¿se imagina hoy la ópera barroca sin contratenores? , ¿un Monteverdi o un Händel con papeles como el de Nerón o el de Nireno cantados por una mezzosoprano, como era norma hace algunas décadas porque la voz de contratenor -no es lo ideal, pero a falta de castrati… xD- sonaba «mariquita»? En cosas como esas consiste la adaptación, en «obligarnos» a escuchar otras formas de interpretas, y volver a escucharlas, y después de 3 meses volver a ese vídeo de Youtube que todo el mundo -cuyo criterio respetemos, evidentemente; la opinión de un analfabeto no le importa a nadie- dice que es una gran interpretación pero no nos gusta su tempo, su articulación, su sonido instrumental, lo que sea. Si después de varios «abordajes» a lo largo del tiempo, sigue sin gustarnos, pues bueno, no pasa nada, seguramente nunca llegue a engancharnos; pero si a la 4ª, 5ª, 6ª escucha empieza a sonarnos menos decepcionante, si empezamos a notar que esa pieza tocada a esa velocidad en realidad nos transmite una sensación diferente que tampoco está tan mal, o tal frase musical articulada de esa otra manera cambia un poco «el discurso», la «declamación», o sí ese sonido más áspero de las cuerdas produce un «desgarro» que da más dramatismo y expresividad como la voz «quebrá» de un cantaor de flamenco. si sucede algo de eso, enhorabuena, amigo, está usted empezando a comprender un nuevo tipo de sensibilidad que le va a seguir atrapando y proporcionándole un montón de placeres -nuevo para usted, obviamente, ya que es algo aproximado a la que de hace 3 y más siglos, o eso opina la musicología, que es lo único que tenemos para basarnos en criterios no demasiado arbitrarios-.
Le animo a escuchar menos intérpretes clásicorrománticos tocando barroco y que se meta en Youtube a explorar versiones de Gustav Leonhardt, la familia Kuijken, Scott Ross, Ton Koopman, Philippe Herreweghe, Jordi Savall y una cada vez mayor cantidad de grandísimos intérpretes de música barroca, renacentista y medieval.
Saludos.
Es culpa de un sistema educativo que pasa de la música, por lo menos en este país.
O la culpa es de las pocas ganas que tienes de estarte quieto, escuchando. ¡Se lo dice alguien que es medio sordo!
Vi a Trevor el año pasado en León , me encantó
Ale, compañeros… Totalmente de acuerdo: Hay que asumir la parte de culpa que nos toca a los profesores. Si eres uno de esos profesionales que: Pasas de la programación de las salas de concierto; no promocionas las actividades musicales de su entorno; te dedicas a utilizar la música como una obligación laboral, más que como una manera maravillosa de entender el arte y la vida; piensas que no vale la pena malgastar tu tiempo y dedicación en los alumnos; si eres ese tipo de profesor… Supongo que no leerás este artículo ni llegarás al final de la parrafada que acabo de escribir porque te sentirás ofendido y pensarás que no tengo ni idea de lo que hablo… Pero no recuerdo una sola clase de mis casi 500 alumnos que no hayan «flipado» escuchar la historia de Tartini y su Trino del Diablo… Salut y buen viernes
El eximio maestro Pinnock, es a mi juicio una eminencia en la interpretación de Música barroca, por su claridad de sonido, transparente, como si fuese creada ayer, su Telemann, su Bach o Haendel son excelentes… Saludos cordiales.